Muchos recuerdos han venido a mi mente a partir de la conferencia-meeting del otro día. Historias que tenía olvidadas en algún rincón oculto y que no tenían ninguna intención de salir, quizás porque algunas de ellas eran muy dolorosas. Otras más alegres me provocan una sonrisa cuando las recuerdo.
No fui de esas personas militantes que lucharon activamente contra la dictadura. Bueno, sí lo era, me refiero a que no lo hacía de la forma habitual, no militaba en ningún partido ni organización de izquierdas, pero sí participaba en actos de protesta, algunos de ellos muy peligrosos. Era difícil ser independiente en aquella época, primero porque todos los grupúsculos del signo que fuera, en cuanto atisbaban a una persona a la que se podía captar, iban a por ella con todas las armas disponibles para incorporarla a sus filas. Era complicado no rendirse a los encantos de las múltiples plataformas juveniles extremadamente politizadas. Y en segundo lugar, porque si no pertenecías a algo, te quedabas aislada, y eso, teniendo inquietudes, era muy difícil de soportar.
Yo era una adolescente, y ya trabajaba, además de estudiar. Como tanta gente de mi edad. Y fue en el trabajo donde entré en contacto con ese mundillo político a través de mis mejores amigas. Había allí representación de todas las tendencias, y cada una se integraba en el grupo que más se avenía con su personalidad. Todo se llevaba muy discretamente, muy clandestino, porque cualquier error te podía llevar a la cárcel, y con eso no se jugaba.
La primera persona con la que conecté al instante fue con Mª Angels. Ella pertenecía a una de las pequeñas organizaciones más radicales, de tendencia troskista, troskos, como le llamábamos. Querían imponer la dictadura del proletariado e implantar el poder de las asambleas en las fábricas, y además, por supuesto, querían acabar con el dictador. Era curioso que una persona tan dulce tuviera unas ideas tan agresivas, que rayaban lo sanguinario cuando se trataba de definir los métodos.
Nos reuníamos en su casa los sábados por la tarde un grupo de gente de la empresa. Todos trabajábamos en oficinas, y nuestro ideal era conseguir que se añadiera al grupo gente de fábrica, pero las chicas de fábrica no estaban por la labor, ellas sí tenían miedo.
Mª Angels aún no tenía los 18 años, como todos los demás, y la admirábamos porque ya se había independizado, algo que no era habitual a esa edad y en esa época. Ella pudo hacerlo porque sus padres se habían separado, su padre había desaparecido de su vida y su madre no parecía preocuparse demasiado por su única hija. Vivía con un chico 14 años mayor, un curtido obrero luchador antifranquista que a mi, particularmente, me caía bastante mal. No entendía como ella, una chica tan guapa, inteligente y bien educada, podía estar con un señor tan feo, grosero y malcarado.
Fue con ellos que viví mi primera aventura al margen de la ley. Era de noche, creo que las 10 de la noche, aunque mi mente es débil y empieza a fallar, podía ser una hora antes, o dos. A esa hora estaba previsto que los trabajadores del turno de tarde de la fábrica de Siemens de Cornellá salieran de la empresa después de terminar su jornada de trabajo. Nosotros éramos unas cuantos chiquillos, 5 o 6, de apenas 16 años, e íbamos cargados de propaganda. Nos repartimos en grupos de dos, y cada uno fue a cubrir una puerta de salida. Yo iba con Mª Angels. Ella estaba muy tranquila porque ya había hecho aquello en otras ocasiones, yo estaba muy nerviosa y actuaba como una autómata. Sonó la sirena de final de jornada, y nos pusimos a tirar las octavillas, dentro y fuera de la fábrica, después corrimos como locas, como si nos persiguiera alguien, pero nadie nos perseguía. Nos fuimos a nuestra casa, por separado, porque una de las normas de seguridad decía que era mejor no reunirse después de una de esas acciones. Me costó dormir esa noche.
Al día siguiente, en el trabajo, Mª Angels y yo nos miramos y nos sonreímos, cómplices, pero no comentamos ni una sola palabra de lo que habíamos hecho la noche anterior. Aquello ya no existía.
He estado intentando recordar lo que ponía en aquellas octavillas y no hay manera, no lo recuerdo. Quizás hablaran de la injusticia de la pena de muerte de Puig Antich, o quizás pidiera solidaridad para alguna de las muchas fábricas de la zona en conflicto, no lo sé...fue mi bautismo de fuego.
Hubo otras noches como aquella, otras acciones similares, pero no demasiadas si comparo con algunas de mis amigas. Enseguida empezaba a sentirme incómoda en todas las organizaciones políticas con las que contactaba, no me gustaba sentirme manipulada, y me iba. Sólo me quedaba con las amistades, como la de Mª Angels, que era una persona a la que apreciaba mucho. Pero se perdió en el camino, como tantos otros, ahora mismo no sé que será de ella, y de verdad que me gustaría, es una persona que dejó su huella. Quizás otro día hable más de ella.
Me parece muy interesante todo lo relacionado con aquella época, el final de la dictadura y principios de la democracia. Todo el miedo que había a todo.
ResponderEliminarHabía niños que decían que si decias ETA en voz alta te llevaban a la cárcel.
Si sigues contando estará bien.
la liga comunista revolucionaria era un grupo que estaba muy implantado en aquellos dias, no se si te refieres a ese mini partido en tu historia,por desgracia los ideales por los que queria luchar mucha gente que se unia a ellos, solo existian en sus mentes, la práctica era muy diferente, no quiero extenderme, pero era todo una gran mentira, como casi siempre
ResponderEliminarNo estoy segura de que aquel partido fuera la LCR, mi memoria no es muy buena. Más bien creo recordar que era el PORE o algo así. Lo que si recuerdo es que en unos años se cambió de nombre y se unificó con otros partidos, y eso no ayuda a que recuerde más detalles.
ResponderEliminarPuede ser el PORE, cataluña fue uno de los sitios donde tuvo mayor implantación, de hecho se integró con Esquerra unida i alternativa.
ResponderEliminarLa verdad es que he trabajado alguna vez sobre estos partidos de izquierda que poblaron la transición y es de lo más interesante y de lo más olvidado, no interesa recordar que hubo muchos que no quisieron una transición reformista.
Sí que es verdad que hubieron tantas cosas y tanta gente metida en todo ese proceso de transición y que consiguieron lo que hoy tenemos. Desde las pequeñas acciones como repartir propaganda fueron importantes para conseguir que se cambiara todo un sistema tan arraigado.
ResponderEliminarDetras de todo eso había personas y muchas acabarían desengañadas. Hace poco hablaban de un grupo de militares que se definieron democratas pero que tuvieron que pagar con la carcel y les excluyeron de las amnistias por imposición de los que mandaban.
Muchas de esas acciones quedaron en el olvido y es una pena.