¿Y cómo soy yo? Pensé, con cierto gesto de rebeldía. Miré a sus ojos desafiante y quedé desarmada ante aquella mirada llena de comprensión y ternura. Me estaba compadeciendo. Y yo sabía que no tenía más que echar un ligero vistazo a sus libros para comprender que llevaba razón.
-Adiós Virginia.
Comencé a andar en dirección a la loma. Se quedó allí sonriendo con una sonrisa enigmática, y poco a poco su figura se me iba perdiendo de vista. Volví a sentirme sola y extraña en medio de aquel mundo hostil. Las sombras me rodeaban, y me dejé caer en un pozo oscuro de negros pensamientos. Me hundía…
Y de repente, escuché un monótono ruido. Iba entrando lentamente en mi cabeza con persistente insistencia. Empezó a crecer y crecer y llegó a hacerse tan grande que toda yo estaba poseída por él. Fue entonces cuando me desperté. Todo había sido un sueño, razonaba mi mente, y ahora acababa de despertar. ¡Qué malestar! ¡Qué estupor! Una extraña confusión me deprimía, y una pena profunda en el pecho me producía escalofríos. ¿Había sido un sueño?. Por un momento volvía de nuevo a los hechos recientes, volvía a renacerlos de nuevo para mi, ya transformados, o quizás no. Me resistía a creer que todo había sido una ficción, y sin embargo me volvió a invadir otra sensación, la de que aún estaba soñando, que era un sueño dentro de otro sueño, que no había despertado completamente y el taxi, el taxista y la carretera, todo, era producto de mi imaginación.
Estuve, efectivamente en Londres hace unos meses. Y recuerdo mis ávidos deseos de visitar Monk’s House. No queda ninguna huella de aquella visita, ni una fotografía, ni una postal, ni un simple recuerdo. Pero las imágenes están tan vivas en mi, y a la vez tan confusas, que me resisto a creer que se tratara de un simple sueño.
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