La televisión no forma parte de mis primeros recuerdos, era un lujo demasiado caro que mis padres no se podían permitir y yo la veía poco y siempre de prestado. Si acaso, sí recuerdo el sonido de una melodía pegajosa que se colaba a través de una ventana abierta en una tarde de primavera, y mi cara pegada a los barrotes intentando ver lo que transmitía ese aparato fascinante. Era Bonanza, una serie muy popular, y Adam Cartwright, el hijo mayor, mi favorito, que pena que el actor abandonó el programa muy pronto y la magia se acabó. Dicen que fue la primera serie rodada en color, pero nosotros la veíamos en un impecable blanco y negro.
Poco tiempo después en el Bar Corrales se compraron un televisor y fue más fácil ver nuestros programas favoritos, en primer lugar porque el hijo mayor era de nuestra edad y disfrutaba llevándonos a su bar a ver la tele, y en segundo lugar porque mi padre era amigo íntimo del dueño.
Mi padre me llevaba a ver los partidos de fútbol los domingos a las 7 de la tarde, y allí, acompañada de sus amigotes, con un refresco de cola delante de mi, nació mi afición futbolera. Yo era la pequeña de tres hermanas, y supongo que con mi nacimiento se esfumaron las esperanzas de tener un hijo varón en la familia. Mi padre pretendía suplir ese pequeño defecto haciéndome partícipe de sus sueños, y yo... siempre he tenido que cargar con esa cruz, con la de no cumplir las esperanzas que se habían depositado en mi.
De todas formas mi espíritu rebelde nunca se doblegó ante las circunstancias, más bien aprendió a defenderse de todo y de todos. Por ejemplo, en el caso del fútbol, mi padre era ferviente madridista, igual que sus amigos y los comentaristas de la tele. Yo no encajaba bien tanta unanimidad, rayaba la prepotencia, no me gustaba que siempre ganara el mismo y muchas veces de forma inmerecida. Ya era muy crítica por entonces. Y me hice seguidora del Las Palmas, que en aquellos años era el segundo equipo de la liga y además jugaba mucho mejor. Poco después me hice culé, y ya de por vida. Porque el fútbol, como la vida, no sólo es jugar y ganar, a veces también se pierde, y el Barça perdía mucho por aquella época pero representaba unos valores que a mi me gustaban.
Aún así, mis programas favoritos no trataban de fútbol. Las series de televisión eran mis favoritas, junto a "Cesta y puntos". Y ésta, "Viaje al fondo del mar", de las que más me gustaban.
Todos los personajes de esta serie salían en los cromos de las pipas. Los coleccionábamos las chicas de la calle, y yo era la depositaria. Y también las imágenes de plástico con las que jugaba e imaginaba historias. Por cierto, el capitán de Viaje al fondo del mar tiene una hija que se ha hecho famosa por participar en la serie "The L word". Padre e hija son idénticos, muy guapos los dos.
Pero para guapo, guapo, Roger Moore y su personaje en la serie "El Santo". ¡Oh que recuerdos!
ok, la captura del video del fondo del mar ha ahorrado una búsqueda innecesaria ;) no tenía ni idea! (o no me acordaba, vamos)
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