Este fin de semana he estado en L'Ampolla. El viaje estaba planificado desde hacía unas semanas, pero la lluvia de los últimos días y las previsiones de mal tiempo nos había hecho replantearnos la idea. Finalmente decidimos ir, pensamos que aunque no luciera un sol espléndido este pueblo tiene siempre su encanto, y nosotros necesitábamos unos días de desconexión para recargar las pilas, a ser posible frente al mar.
Cogimos el tren el Viernes a las 16,33 en la estación de Sants, fieles a nuestra decisión de olvidarnos del estrés del coche y la carretera. El tren iba llenísimo, y hasta pasado Tarragona no comenzó a vaciarse un poco. Las dos horas de viaje se nos hicieron muy cortas, leyendo y mirando el paisaje, y a veces, poniendo el oído en las conversaciones ajenas. L'Ampolla nos recibió con lluvia, en eso no hubo sorpresa.
Hay en L'Ampolla dos hoteles de dos estrellas en pleno centro del pueblo, en primera línea de mar, y con habitaciones con vistas al puerto. Este es el paisaje que se veía desde la terraza de la habitación:
Y efectivamente, pasear bajo el paraguas por el paseo marítimo tiene su encanto. Mucho más que tostarse al sol pringados de arena y rodeados de gente. Nos lo tomamos con mucha filosofía y bastante optimismo.
El Sábado amaneció un día radiante. Decidimos hacer una pequeña excursión por el camino que va en dirección a L'Atmella junto al mar. Resultó ser una decisión brillante, porque la belleza del paisaje es incomparable y lo disfrutamos mucho. Acantilados, calas desiertas de aguas muy limpias, la clásica vegetación mediterránea...
Es una zona en la que no han crecido las urbanizaciones por lo abrupto del paisaje. No tenía ni idea de que fuera un camino muy conocido entre los senderistas y que forma parte de la ruta GR 92. Esta Gran Ruta bordea toda la costa del Mediterráneo desde Port Bou hasta el estrecho de Gibraltar y tiene senderos con unas vistas fantásticas. Yo ya había hecho algunos Caminos de Ronda de la Costa Brava, pero no sabía que todos ellos pertenecen a esta Gran Ruta.
Y a lo lejos, a nuestras espaldas, el delta del Ebro.
Hacia el mediodía, decidimos dar la vuelta y disfrutar de nuevo del paisaje. Como el día estaba tan bueno, la gente ya había aparecido en las playas cercanas al pueblo.
Después de una larga caminata, el cuerpo pedía darse un gusto, y aunque por la mañana habíamos mirado el lugar donde comer, con un menú bastante económico, decidimos tirar la casa por la ventana y sorpendernos a nosotros mismos pidiendo un delicioso arroz caldoso con bogavante. Todo ello acompañado de un buen vino blanco. Si es que... ya se sabe, había que redondear el día.
Resulta que el fin de semana coincidía con el día de la Ostra del Delta del Ebro. La fiesta era el domingo a las 12 del mediodía, y desgraciadamente no nos pudimos quedar porque nuestro tren salía a las 11. Para disfrutar de la fiesta había que pagar 5€ y te entraba media docena de ostras, una copa de cava y la participación en el sorteo tu peso en ostras. No está mal.
Nosotros sólo pudimos ver los preparativos de la fiesta. Montones de mesas y sillas dispuestas alrededor del puerto, y un escenario donde estaba previsto que hubiera música en vivo. Demasiadas sillas, pensé, seguro que no se ocupan todas. Pero me equivoqué, hoy he leído las crónicas y parece ser que sí, que se ocuparon, que fue muchísima gente que no sé de donde saldría, porque el pueblo estuvo muy tranquilo todo el fin de semana.
que envidiaaaaaaaaaa... (sana! :P)
ResponderEliminarQue sitio más chulo, tiene muy buena pinta. No sabía lo de los caminos por la costa. Es una buena idea.
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