Después de una semana maratoniana de trabajo, compromisos y preparativos, y una noche tensa en la que nos costó conciliar el sueño, nos amaneció un domingo espléndido, casi veraniego. Los cuerpos estaban muy cansados, pero la ilusión nos insuflaba energía y nos empujaba a hacer el último esfuerzo. Sabíamos que iba a ser un día agotador, y a la vez emocionante e inolvidable.
Las 8 de la mañana era la hora de la cita. Había que hacer cuatrocientos bocadillos para ciento cincuenta invitados que esperábamos. ¿Tantos? No, en realidad sabíamos que serían de ochenta a cien, pero el miedo a quedarnos cortas nos hizo ir aumentando la cifra a medida que pasaban los días.
Yo no estuve allí. Mi cometido era otro: buscar el hielo, preparar el equipo de sonido... Es lo que tiene ser una tecnófila, que siempre te reservan los trabajos más aburridos y te pierdes lo más interesante.

A las once, todo el mundo a la calle, era la hora del comienzo de la caminata. ¿Todo el mundo? No, yo tuve que quedarme a esperar al encargado del sonido y a las chicas del grupo que actuaba, las Dones de Blanc. Me perdí la parte más divertida de la fiesta. Me contaron que había sido un pasacalles impresionante, con el grupo de percusión de la Colla de Diables de Sant Joan Despí poniendo marcha durante todo el camino, paseando y bailando por pueblo, y la gente mirando alucinada. También pusieron algo de fuego, aunque en principio no estaba previsto.
Para mí fueron los momentos más tensos del día. Los invitados no llegaban, llamaban preguntando qué camino tenían que coger, porque la Pl. del Mercat, el lugar de la fiesta, no salía en el GPS ni en el Google. Llamadas teléfonicas que se amontonaban, que se cruzaban, no había corriente y el técnico de sonido no sabía que hacer... tuve que irme a esperar al grupo de actuación a la salida del metro, y mientras, el caos reinaba en la plaza.
A mi regreso, las cosas seguían igual. Nos entró el pánico, si no había corriente, no había sonido, y por tanto no había espectáculo. Finalmente las cosas se arreglaron y el sonido empezó a fluir. Deprisa y corriendo, tuvimos que montar una parada de venta de nuestros productos y a adornar la plaza. Todo muy deprisa porque el pasacalles estaba a punto de llegar.
Y comenzó la fiesta. ¡Con diez minutos de adelanto sobre la hora prevista! Si es que somos unas genias de la organización. A esas alturas yo actuaba como una autómata, no recuerdo mis movimientos ni los de los demás con mucho detalle. Ha sido necesario visionar los videos para saber exactamente lo que pasó.
La actuación de las Dones de Blanc fue impresionante. La emoción que recorrió la plaza se sentía por todas partes. La música, los gestos, los pasos de baile, todo estaba pensado para llegar al corazón, y así fue, con un público tan sensible, no podía ser de otra manera. Fue un exitazo.
Después del aplauso emocionado, una pausa para los reconocimientos y agradecimientos. Por el escenario fueron pasando las personas que ayudaron a crear y mantener la asociación, sobre todo en sus inicios. El sol aplastante y la calor obligaron a acortar los parlamentos y a suprimir algunos actos previstos. Los espectadores buscaban cobijo a la sombra de los árboles que rodean la plaza y dejaban vacío el centro. "¡Qué calor!", era la frase más escuchada.
Para terminar el espectáculo, el cantante Raul Mamone nos obsequió con un par de canciones románticas, y seguidamente hizo salir al personal de sus refugios umbríos y, en el centro de la plaza, los hizo bailar al ritmo de música caribeña. Nadie notaba el calor en esos momentos.
¡Final del acto! Los cuerpos no aguantaban más. Rápidamente se recogió todo el material y nos dirigimos al local donde teníamos preparada la comida. Fue algo protocolaria, al menos para nosotras, con la visita del alcalde y algunos regidores con los que no tenemos confianza. Otras regidoras, como nuestra amiga Elena Embuena, nos acompañaban desde el principio de la mañana, dándonos su apoyo. El pica-pica nos sirvió para hablar y confraternizar con nuestros invitados. pero comer, lo que se dice comer, comimos poco, aún estábamos atacadas por los nervios.
Y llegó el momento del relax. Cuando se fueron nuestros invitados y nos quedamos solas, con nuestros familiares y amigos, colocamos las sillas en círculo, nos aprovisionamos de unos cuantos bocadillos y varias botellas de cava, y empezamos a hablar. Hablamos de nosotras, de por qué estábamos allí, de como nos sentíamos... No, de la fiesta no hablamos casi nada, era nuestro momento de intimidad. Fueron unos minutos muy emotivos, de esos que sirven para crear lazos invisibles que unen a las personas con fuertes sentimientos.
MUchas felicidades a todas, por la fiesta, por el trabajo, por la dedicación, por valientes, por divertidas...
ResponderEliminarFelicidades por ser como sois.
Besos para todas!!!!!!!!!!!!!!!!!
moltes felicitats i moltes gràcies
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