"Gorriones sin nido" es una novela por fascículos que se publicó por primera vez en 1932. En una entrada de hace unos meses conté cómo la descubrí en los años de mi infancia y prometí que volvería a hablar sobre ella. Y en esas estamos.
Es una novela romántica, un folletín que tiene como principal objetivo conmover y enganchar a los corazones más sensibles. Desde el primer hasta el último capítulo ocurren hechos desgraciados que emocionan e indignan, mezclados con breves momentos de felicidad que ayudan a los protagonistas a seguir luchando. Describe con mucho realismo y un lenguaje rico en palabras la vida en el Madrid de principios del Siglo XX, la miseria de las clases bajas y la opulencia de los ricos.
Pero antes de adentrarme en el argumento, quisiera hablar un poco del autor, Mario D'Ancona. Es todo un misterio, no se sabe quién estaba detrás de ese seudónimo. Durante años se le ha confundido con Francisco Arimón Marco, otro escritor de novelas por entregas que utilizaba el mismo seudónimo. Francisco Arimón nació en Barcelona en el año 1868, se educó en Madrid, fue crítico de arte en El Liberal, vivió algunos años en Valencia donde trabajó para la Editorial Guerri, especializada en la publicación de novelas por fascículos, y publicó algunas novelas de éxito como El soldado de la paz. Murió en 1934.
Sin embargo, no parece que sea el mismo Mario D'Ancona autor de Gorriones sin nido y otras obras posteriores como Madre o María Rosa. Aunque yo no las he leído los que sí lo han hecho dicen que son estilos muy diferentes, y casi todas se publicaron después de la muerte de Francisco Arimón. Como dije antes, es un misterio, nadie sabe que relación hay entre los dos Mario D'Ancona, ni por qué eligieron el mismo seudónimo.
Volviendo al tema que nos ocupa, Gorriones sin nido es la historia de dos niños de la calle, Carabonita y Perragorda. El nombre verdadero del niño era Andrés, el de la niña no lo recuerdo. A la manera de las obras de Dickens, la niña se había criado en la casa de una avara mujer apodada doña Mugre, y era alquilada a los mendigos que la utilizaban para causar pena a las almas caritativas y recoger más limosnas. Cuando el Perragorda conoce a Carabonita se apiada de ella y la ayuda a escapar, empiezan a cuidarse el uno al otro como verdaderos hermanos y juntos forman un hogar en una fábrica abandonada en la que se refugian por las noches. El Perragorda vende periódicos, Carabonita se esconde porque Doña Mugre no renuncia a las pingues ganancias que le proporcionaba la niña.