Amaneció esta mañana un día luminoso, contradiciendo las predicciones, que decían que iba a llover a cántaros, e incluso a nevar. Pero no. Ha hecho sol y el cielo estaba azul.
Sin embargo, al mediodía surgieron nubes en el horizonte, y comenzó a llover. Se puso el día triste, y si no fuera porque hoy es Sábado y toda la familia estaba en casa, de celebración y con comida especial, los ánimos habrían rodado por los suelos. Porque, en cuestiones climáticas, había pasado de ser un día fantástico a ser uno de aquellos días melancólicos y grises que te causan depresión.
Andaba yo con estas divagaciones, cuando de repente alguien miró hacia la calle y gritó: "¡Ha salido el arcoiris!". Salimos al balcón inmediatamente para recrearnos con la visión de uno de los espectáculos más bonitos que la naturaleza nos depara, aunque muy de tarde en tarde, y no había uno, sino dos, y algunos miembros de la familia vieron hasta tres arcoiris. Yo, como soy algo cegata, sólo vi dos. Pero hice unas fotografías para dejar constancia del momento y analizarlo detenidamente.
El arcoiris es siempre bienvenido porque además de ser hermoso representa muchas cosas. Salió al final del Diluvio Universal, la catástrofe que narra con todo detalle la Biblia, y representaba la reconciliación con Dios, la Paz y la Concordia, y la esperanza de que un mundo nuevo nacía en ese instante.
En muchas culturas simboliza un puente que une el cielo con la tierra, y siempre expresa unión, relación e intercambio entre ambos. Es anunciador de acontecimientos felices, unidos a la renovación, al cambio y a la superación. Ojalá que eso sea cierto y que esos arcoiris que surcaban el cielo esta tarde sean premonitorios, y mi arcoiris particular, ese que ha aparecido de forma imprevista en mi vida tranquila y apacible, sea el inicio de una época de cambios positivos para mi y los que me rodean.
No hay necesidad de apresurarse. No hay necesidad de brillar. No es necesario ser nadie más que una misma.V.Woolf
29 de enero de 2011
28 de enero de 2011
Mujeres escritoras: María Lejárraga
¿Cuántas mujeres escritoras habremos tenido a lo largo de los siglos?. Aunque parezca mentira, nunca lo sabremos. Que una mujer ejerciera una actividad artística estaba mal visto, muy lejos de su función de servir al hombre y procrear, y cuidar de la casa y de los hijos. Muchas de ellas tuvieron que esconderse bajo un pseudónimo masculino, como Fernan Caballero (Cecilia Bohl de Faber) o George Sand (Amandine Aurore Lucile Dupin), otras firmaron con el nombre de sus maridos o familiares, a algunas se las ha rescatado con el tiempo, a otras no...
Inicio esta sección en la que más que hablar de las grandes escritoras (que también hablaré de ellas) me gustaría desempolvar a estas escritoras semidesconocidas. Conocer sus historias, y por qué se vieron obligadas a ocultar sus nombres.
Entre esas escritoras, uno de los casos más flagrantes es el de María Lejarreta. Es difícil entender hoy día que siendo una de las primeras feministas españolas, que tuvo una militancia social y política, tuviera esa dependencia emocional hacia su marido, al que le regaló todo el prestigio.
María de la O Lejárraga, más conocida como María Martínez Sierra, estaba casada con el dudoso escritor Gregorio Martínez Sierra, con quien colaboró estrechamente en sus escritos. Hasta el punto de que fue ella la autora de numerosos éxitos teatrales que aparecieron firmados por su marido.
Ella fue una de las innumerables voces de la España Republicana que la guerra arrojó al exilio. Algunas tenían un doble registro: el literario y el del compromiso social. Este fue el caso de María: pedagoga, literata, dramaturga, periodista, dominadora de idiomas, fundadora de sociedades en defensa de la mujer, diputada socialista por Granada en 1933; agregada comercial en la embajada española en Bélgica, bajo cuya tutela estuvieron cientos de niños refugiados en la guerra.
María nace en San Millán de la Cogolla (La Rioja) el 28 de diciembre de 1874, pero se crió en el pueblo de Carabanchel. Estudió magisterio. A los veintitrés años se enamora de Gregorio Martínez Sierra, un joven de diecisiete años al que le gustaba el teatro y escribir poemas. María y Gregorio se casaron el 30 de noviembre de 1900. Ella publicó con su nombre Cuentos breves. Realiza su primer viaje al extranjero para estudiar pedagogía. "Bélgica fue mi iniciadora al socialismo", reconocería. Allí descubrió que los muchachos y muchachas de la clase media hacían causa común con los trabajadores, y con ellos entró por primera vez a una Casa del Pueblo.
En 1906 Gregorio Martínez Sierra, su marido, se enamora de la guapa y joven actriz Catalina Bárcena. Rafael Cansinos-Assens recoge, en sus Memorias, este comentario del poeta Banco-Fombona: "Gregorio tiene alma de comerciante... Hasta aquí explotó el talento de su mujer... que es quien le escribe sus libros. Ahora va explotar la voz de oro de la Bárcena". Escribía María en silencio para Gregorio y lo compartía en silencio con Catalina. Esta situación imposible se prolongó durante años, hasta que en 1922 Catalina tuvo una hija con Gregorio. Entonces María se separó por fin y se fue a vivir a Francia, aún así siguió escribiendo para su marido.
Con la aparición de la revista Helios, en 1904, se intensifica la amistad de María con Juan Ramón Jiménez. Manuel de Falla fue otro de los grandes corresponsales y amigos de María Lejárraga. Su amistad fue tan leal y profunda como para convertirse en su confidente. Falla, a quien le llamaba en andaluz Don Manué, aceptó el humor de María de buen grado, y le debía hacer tanta gracia como para firmarse de esta manera en sus cartas a María, y alguna vez añadió er de las músicas.
La obra literaria de María de la O Lejárraga, bajo el nombre de Gregorio Martínez Sierra, es copiosa. Su novela Tú eres la paz, publicada en 1909, constituyó un best-seller. Tú eres la paz, forma parte del trío de novelas largas de la firma Martínez Sierra junto con La humilde verdad y El amor catedrático. El 21 de febrero de 1911 se estrenó en el teatro Lara Canción de cuna. A partir de este éxito, la carrera teatral de la firma Martínez Sierra fue una de las más triunfales. En el teatro Eslava se estrenaron o reestrenaron casi todos los títulos importantes de su producción: Amanecer, El arte de amar, La adúltera penitente, Sueños de una noche de agosto, Rosina es frágil, Cada uno y su vida, El corazón ciego, Don Juan de España, Mujer, Mamá, Para hacerse amar locamente, El reino de Dios, La torre de marfil... Al lado de estos títulos hay que destacar numerosos libretos que, en colaboración con los principales músicos y con los escenógrafos más audaces, dieron lugar a piezas escénicas tan memorables como El amor brujo y El corregidor y la molinera, de Falla; Las golondrinas, de Usandizaga o Navidad, de Turina.
Poco antes de la República María empezó a dar charlas feministas. Era la Presidenta de la Asociación de Educación Cívica, cuyo objetivo principal fue despertar a las mujeres de la clase media. A estas mujeres de la clase media iba dirigido principalmente, su libro La mujer española ante la República, escrito en 1930. El libro lo inició con la siguiente cita: "La Patria, que para los hombres es La Madre, para las mujeres es El Hijo".
Fue elegida diputada en noviembre de 1933 por Granada. El hemiciclo de las Cortes Republicanas tuvo la oportunidad de oír la voz inteligente y sensible de María; la voz de una vocación incansable en contra de la injusticia y en favor de la igualdad. "Es preciso -decía María Lejárraga en la Cámara-, si se quiere libertar al pueblo, librarle de la esclavitud del hambre y de la esclavitud del terror". La noche del 17 de julio de 1936 al salir María del Ateneo, le informan de que en Marruecos se ha sublevado el general Franco. "... Nuestra bien nacida República. Nació en paz, y murió a mano armada", escribiría más tarde María Lejárraga. En el mes de noviembre de 1936 era designada a la Delegación de Berna como agregada comercial para Suiza e Italia. En otoño de 1937, María se hace cargo de una colonia de niños evacuados de España. Al finalizar la guerra comienza un largo exilio con la huida a Francia, donde durante la ocupación nazi, sufrió la clandestinidad, pasó hambre, y tras la liberación de París, vivió ciega, pobre y aislada del mundo.
En septiembre de 1950, María de la O Lejárraga se embarca rumbo a Nueva York, vivirá en México y se trasladará definitivamente a Buenos Aires, donde realiza nuevos proyectos literarios y periodísticos.
Cuando a los 78 años publica en el exilio su autobiografía Gregorio y yo, ya ha pasado para ella mucho dolor y mucha vida. Dos años más tarde publica Una mujer por caminos de España, que es también un libro biográfico en el que cuenta la campaña electoral: emocionante, en una España hambrienta y desgarrada. María de la O Lejárraga murió en Buenos Aires, el 28 de junio de 1974, pocos meses antes de cumplir los cien años. En una de sus últimas cartas, María decía: "Las mujeres socialistas debemos enseñar, enseñar sobre todo una asignatura única: La solidaridad humana".
Inicio esta sección en la que más que hablar de las grandes escritoras (que también hablaré de ellas) me gustaría desempolvar a estas escritoras semidesconocidas. Conocer sus historias, y por qué se vieron obligadas a ocultar sus nombres.
Entre esas escritoras, uno de los casos más flagrantes es el de María Lejarreta. Es difícil entender hoy día que siendo una de las primeras feministas españolas, que tuvo una militancia social y política, tuviera esa dependencia emocional hacia su marido, al que le regaló todo el prestigio.
María de la O Lejárraga, más conocida como María Martínez Sierra, estaba casada con el dudoso escritor Gregorio Martínez Sierra, con quien colaboró estrechamente en sus escritos. Hasta el punto de que fue ella la autora de numerosos éxitos teatrales que aparecieron firmados por su marido.
Ella fue una de las innumerables voces de la España Republicana que la guerra arrojó al exilio. Algunas tenían un doble registro: el literario y el del compromiso social. Este fue el caso de María: pedagoga, literata, dramaturga, periodista, dominadora de idiomas, fundadora de sociedades en defensa de la mujer, diputada socialista por Granada en 1933; agregada comercial en la embajada española en Bélgica, bajo cuya tutela estuvieron cientos de niños refugiados en la guerra.
María nace en San Millán de la Cogolla (La Rioja) el 28 de diciembre de 1874, pero se crió en el pueblo de Carabanchel. Estudió magisterio. A los veintitrés años se enamora de Gregorio Martínez Sierra, un joven de diecisiete años al que le gustaba el teatro y escribir poemas. María y Gregorio se casaron el 30 de noviembre de 1900. Ella publicó con su nombre Cuentos breves. Realiza su primer viaje al extranjero para estudiar pedagogía. "Bélgica fue mi iniciadora al socialismo", reconocería. Allí descubrió que los muchachos y muchachas de la clase media hacían causa común con los trabajadores, y con ellos entró por primera vez a una Casa del Pueblo.
En 1906 Gregorio Martínez Sierra, su marido, se enamora de la guapa y joven actriz Catalina Bárcena. Rafael Cansinos-Assens recoge, en sus Memorias, este comentario del poeta Banco-Fombona: "Gregorio tiene alma de comerciante... Hasta aquí explotó el talento de su mujer... que es quien le escribe sus libros. Ahora va explotar la voz de oro de la Bárcena". Escribía María en silencio para Gregorio y lo compartía en silencio con Catalina. Esta situación imposible se prolongó durante años, hasta que en 1922 Catalina tuvo una hija con Gregorio. Entonces María se separó por fin y se fue a vivir a Francia, aún así siguió escribiendo para su marido.
Con la aparición de la revista Helios, en 1904, se intensifica la amistad de María con Juan Ramón Jiménez. Manuel de Falla fue otro de los grandes corresponsales y amigos de María Lejárraga. Su amistad fue tan leal y profunda como para convertirse en su confidente. Falla, a quien le llamaba en andaluz Don Manué, aceptó el humor de María de buen grado, y le debía hacer tanta gracia como para firmarse de esta manera en sus cartas a María, y alguna vez añadió er de las músicas.
La obra literaria de María de la O Lejárraga, bajo el nombre de Gregorio Martínez Sierra, es copiosa. Su novela Tú eres la paz, publicada en 1909, constituyó un best-seller. Tú eres la paz, forma parte del trío de novelas largas de la firma Martínez Sierra junto con La humilde verdad y El amor catedrático. El 21 de febrero de 1911 se estrenó en el teatro Lara Canción de cuna. A partir de este éxito, la carrera teatral de la firma Martínez Sierra fue una de las más triunfales. En el teatro Eslava se estrenaron o reestrenaron casi todos los títulos importantes de su producción: Amanecer, El arte de amar, La adúltera penitente, Sueños de una noche de agosto, Rosina es frágil, Cada uno y su vida, El corazón ciego, Don Juan de España, Mujer, Mamá, Para hacerse amar locamente, El reino de Dios, La torre de marfil... Al lado de estos títulos hay que destacar numerosos libretos que, en colaboración con los principales músicos y con los escenógrafos más audaces, dieron lugar a piezas escénicas tan memorables como El amor brujo y El corregidor y la molinera, de Falla; Las golondrinas, de Usandizaga o Navidad, de Turina.
Poco antes de la República María empezó a dar charlas feministas. Era la Presidenta de la Asociación de Educación Cívica, cuyo objetivo principal fue despertar a las mujeres de la clase media. A estas mujeres de la clase media iba dirigido principalmente, su libro La mujer española ante la República, escrito en 1930. El libro lo inició con la siguiente cita: "La Patria, que para los hombres es La Madre, para las mujeres es El Hijo".
Fue elegida diputada en noviembre de 1933 por Granada. El hemiciclo de las Cortes Republicanas tuvo la oportunidad de oír la voz inteligente y sensible de María; la voz de una vocación incansable en contra de la injusticia y en favor de la igualdad. "Es preciso -decía María Lejárraga en la Cámara-, si se quiere libertar al pueblo, librarle de la esclavitud del hambre y de la esclavitud del terror". La noche del 17 de julio de 1936 al salir María del Ateneo, le informan de que en Marruecos se ha sublevado el general Franco. "... Nuestra bien nacida República. Nació en paz, y murió a mano armada", escribiría más tarde María Lejárraga. En el mes de noviembre de 1936 era designada a la Delegación de Berna como agregada comercial para Suiza e Italia. En otoño de 1937, María se hace cargo de una colonia de niños evacuados de España. Al finalizar la guerra comienza un largo exilio con la huida a Francia, donde durante la ocupación nazi, sufrió la clandestinidad, pasó hambre, y tras la liberación de París, vivió ciega, pobre y aislada del mundo.
En septiembre de 1950, María de la O Lejárraga se embarca rumbo a Nueva York, vivirá en México y se trasladará definitivamente a Buenos Aires, donde realiza nuevos proyectos literarios y periodísticos.
Cuando a los 78 años publica en el exilio su autobiografía Gregorio y yo, ya ha pasado para ella mucho dolor y mucha vida. Dos años más tarde publica Una mujer por caminos de España, que es también un libro biográfico en el que cuenta la campaña electoral: emocionante, en una España hambrienta y desgarrada. María de la O Lejárraga murió en Buenos Aires, el 28 de junio de 1974, pocos meses antes de cumplir los cien años. En una de sus últimas cartas, María decía: "Las mujeres socialistas debemos enseñar, enseñar sobre todo una asignatura única: La solidaridad humana".
21 de enero de 2011
Las chicas de oro
Son muchas las series de televisión en las que las protagonistas son un grupo de mujeres, generalmente cinco, a veces cuatro. Y todas las tramas se montan alrededor de sus vidas y de sus historias.
La primera serie de este estilo que viene a mi memoria es "Las chicas de oro". La emitían allá por los 80 en la tele única, en TVE, y contaba las aventuras y desventuras de cuatro jubiladas en su retiro dorado de Miami. Recuerdo algunas anécdotas de esta serie, son flashes más que detalles, me he prometido a mi misma volver a verla porque estoy segura que voy a disfrutar tanto como la primera vez. La dueña de la casa, una viuda coqueta y ligona que tenía muy mala suerte con los hombres (Blanche). Rose, inocente, pueblerina y buenaza, nunca se enteraba de nada. Dorothy, que tenía un humor corrosivo y mucha mala baba, y su madre Sophia, que no se callaba ni debajo del agua.
Ya más recientemente, Mujeres desesperadas. No, no recuerdo los nombres de las protagonistas aunque he visto muchos capítulos, quizás sea por aquello de que a ciertas edades te acuerdas más de los hechos lejanos que de los recientes. O quizás sea porque no se pueden comparar. Es una serie entretenida, pero las historias no son reales y el humor, que también lo tiene, es menos inteligente y más extravagante. Sexo en Nueva York, Mistresses, Mujeres de Manhatan, The L word, Infidels... son multitud, y todas tienen una base común, un grupo de amigas de personalidades diferentes, que se reúnen en un lugar determinado que puede ser un bar, apartamento o piscina y que comparten sus historias y sus emociones.
En realidad yo hoy no pretendía hablar de ninguna de estas series a las que en algún momento he estado enganchada, ni siquiera de Las chicas de oro a las que tanto admiro, ya sea dentro o fuera del escenario, quería hablar de mi propia experiencia, de mi grupo de amigas de toda la vida. Se podría hacer con nuestras historias una serie de muchos episodios.
Nosotras somos cinco. Nos conocimos muy jóvenes, hace muchos años, en la empresa en la que todas trabajábamos y algunas siguen trabajando. Al principio, cada una tenía su grupo, sus ideas políticas y su vida social. El tiempo nos fue uniendo, porque es bien sabido que con los años se le da más importancia a las personas que a las ideas, y en nuestro caso, nos fuimos conociendo y adaptando las unas a las otras poco a poco, y aceptándonos tal como éramos, tal como somos.
No tengo muy claro cómo fue el proceso, cómo otras personas que también eran cercanas se fueron apartando o como nos fuimos alejando de personas afines y acabamos formando un grupo compacto y unido, nosotras cinco en una mesa del comedor, desayunando juntas cada día de la semana durante montones de años, compartiendo secretos, vivencias, cotilleos y otras cosas no tan agradables.
Nos peleábamos mucho, y cada una expresaba su enfado según su carácter, yo, de las más calladas, vivía en silencio mis disgustos, otras los exteriorizaban de manera explosiva. Los conflictos no eran generales, casi nunca nos afectaban a todas en conjunto, solían ser dos, máximo tres, las implicadas, y el resto ponía paz. Quizás, si no hubiera sido así, nuestra relación amistosa no habría durado tantos años.
Nos conocíamos tanto, que sólo con escuchar el saludo ya sabíamos nuestro estado de ánimo. Nos fuimos haciendo mayores y creciendo como personas, fuimos ocupando cargos de confianza dentro de la empresa, y es curioso, cada una en un área diferente, por lo que al intercambiar información nos colocábamos en una situación privilegiada. Conocer los entresijos de la empresa nos hacía sentir más fuertes y más seguras, y a la vez nos hacíamos respetar mucho más.
Paralelamente, a la vez que nuestra vida profesional, se fue desarrollando nuestra vida personal. Nos casamos, tuvimos hijos, hubo separaciones, enfermedades, inquietudes de todo tipo... todo lo compartíamos, y nos ayudábamos, y nos desahogábamos, o nos peleábamos...
Reformaron el comedor y juntaron todas las mesas en filas paralelas, había que comer en plan comunitario tipo ejército, pero no se atrevieron a tocar nuestra mesa. Es curioso, éramos como el pueblo galo de Astérix, el último bastión que se resistía al dominio del imperio romano, una mesa pequeñita al fondo del comedor rodeada de multitudes. Y allí, en ese pequeño habitáculo, se cocían muchos sabrosos guisos.
Nos llamaban Las chicas de oro. Tenía un doble sentido este sobrenombre, por una parte, éramos de oro porque todas teníamos en nuestro poder el reloj de ese metal que la empresa regalaba a los empleados que llevaban 25 años trabajando allí. Y por otra parte, también porque nos habíamos hecho mayores, no tanto como las protagonistas de la famosa serie, pero la gente joven quizás sí que nos veían así.
También nos llamaron de formas menos cariñosas, como "la mafia" o "Belleza y poder". Es que hay gente con muy mala leche. A nosotras de siempre nos ha gustado lo de Las chicas de oro, nos identificamos con esta expresión.
Luego vino la época de cambios. El primer cambio fue el de horario, se pasó de tener jornada intensiva a horario partido, y se cargaron la media hora del almuerzo. Así que ya no hubo razón para que aquella mesa permaneciera separada. La juntaron con las demás, aprovechando una nueva reforma del comedor, y además cambiaron la orientación de las filas.
Más tarde vinieron los despidos, la primera que salió rebotada fui yo, y la venta de la empresa. No tengo muy buen recuerdo de esa época, pero esta es otra historia, que contaré en otro momento.
Aún seguimos siendo amigas, y nos vemos de vez en cuando. No tanto como quisiéramos pòrque todas tenemos muchas obligaciones, pero cuando nos encontramos, es como si el tiempo no hubiera pasado, y sentimos que somos las mismas y que las otras son como siempre, y que hay un sentimiento muy fuerte que nos une. Se llama Amistad.
Y eso fue lo que sentí el Viernes pasado cuando nos vimos. Que nos seguimos teniendo mucho cariño, y seguimos siendo Las chicas de oro.
La primera serie de este estilo que viene a mi memoria es "Las chicas de oro". La emitían allá por los 80 en la tele única, en TVE, y contaba las aventuras y desventuras de cuatro jubiladas en su retiro dorado de Miami. Recuerdo algunas anécdotas de esta serie, son flashes más que detalles, me he prometido a mi misma volver a verla porque estoy segura que voy a disfrutar tanto como la primera vez. La dueña de la casa, una viuda coqueta y ligona que tenía muy mala suerte con los hombres (Blanche). Rose, inocente, pueblerina y buenaza, nunca se enteraba de nada. Dorothy, que tenía un humor corrosivo y mucha mala baba, y su madre Sophia, que no se callaba ni debajo del agua.
Ya más recientemente, Mujeres desesperadas. No, no recuerdo los nombres de las protagonistas aunque he visto muchos capítulos, quizás sea por aquello de que a ciertas edades te acuerdas más de los hechos lejanos que de los recientes. O quizás sea porque no se pueden comparar. Es una serie entretenida, pero las historias no son reales y el humor, que también lo tiene, es menos inteligente y más extravagante. Sexo en Nueva York, Mistresses, Mujeres de Manhatan, The L word, Infidels... son multitud, y todas tienen una base común, un grupo de amigas de personalidades diferentes, que se reúnen en un lugar determinado que puede ser un bar, apartamento o piscina y que comparten sus historias y sus emociones.
En realidad yo hoy no pretendía hablar de ninguna de estas series a las que en algún momento he estado enganchada, ni siquiera de Las chicas de oro a las que tanto admiro, ya sea dentro o fuera del escenario, quería hablar de mi propia experiencia, de mi grupo de amigas de toda la vida. Se podría hacer con nuestras historias una serie de muchos episodios.
Nosotras somos cinco. Nos conocimos muy jóvenes, hace muchos años, en la empresa en la que todas trabajábamos y algunas siguen trabajando. Al principio, cada una tenía su grupo, sus ideas políticas y su vida social. El tiempo nos fue uniendo, porque es bien sabido que con los años se le da más importancia a las personas que a las ideas, y en nuestro caso, nos fuimos conociendo y adaptando las unas a las otras poco a poco, y aceptándonos tal como éramos, tal como somos.
No tengo muy claro cómo fue el proceso, cómo otras personas que también eran cercanas se fueron apartando o como nos fuimos alejando de personas afines y acabamos formando un grupo compacto y unido, nosotras cinco en una mesa del comedor, desayunando juntas cada día de la semana durante montones de años, compartiendo secretos, vivencias, cotilleos y otras cosas no tan agradables.
Nos peleábamos mucho, y cada una expresaba su enfado según su carácter, yo, de las más calladas, vivía en silencio mis disgustos, otras los exteriorizaban de manera explosiva. Los conflictos no eran generales, casi nunca nos afectaban a todas en conjunto, solían ser dos, máximo tres, las implicadas, y el resto ponía paz. Quizás, si no hubiera sido así, nuestra relación amistosa no habría durado tantos años.
Nos conocíamos tanto, que sólo con escuchar el saludo ya sabíamos nuestro estado de ánimo. Nos fuimos haciendo mayores y creciendo como personas, fuimos ocupando cargos de confianza dentro de la empresa, y es curioso, cada una en un área diferente, por lo que al intercambiar información nos colocábamos en una situación privilegiada. Conocer los entresijos de la empresa nos hacía sentir más fuertes y más seguras, y a la vez nos hacíamos respetar mucho más.
Paralelamente, a la vez que nuestra vida profesional, se fue desarrollando nuestra vida personal. Nos casamos, tuvimos hijos, hubo separaciones, enfermedades, inquietudes de todo tipo... todo lo compartíamos, y nos ayudábamos, y nos desahogábamos, o nos peleábamos...
Reformaron el comedor y juntaron todas las mesas en filas paralelas, había que comer en plan comunitario tipo ejército, pero no se atrevieron a tocar nuestra mesa. Es curioso, éramos como el pueblo galo de Astérix, el último bastión que se resistía al dominio del imperio romano, una mesa pequeñita al fondo del comedor rodeada de multitudes. Y allí, en ese pequeño habitáculo, se cocían muchos sabrosos guisos.
Nos llamaban Las chicas de oro. Tenía un doble sentido este sobrenombre, por una parte, éramos de oro porque todas teníamos en nuestro poder el reloj de ese metal que la empresa regalaba a los empleados que llevaban 25 años trabajando allí. Y por otra parte, también porque nos habíamos hecho mayores, no tanto como las protagonistas de la famosa serie, pero la gente joven quizás sí que nos veían así.
También nos llamaron de formas menos cariñosas, como "la mafia" o "Belleza y poder". Es que hay gente con muy mala leche. A nosotras de siempre nos ha gustado lo de Las chicas de oro, nos identificamos con esta expresión.
Luego vino la época de cambios. El primer cambio fue el de horario, se pasó de tener jornada intensiva a horario partido, y se cargaron la media hora del almuerzo. Así que ya no hubo razón para que aquella mesa permaneciera separada. La juntaron con las demás, aprovechando una nueva reforma del comedor, y además cambiaron la orientación de las filas.
Más tarde vinieron los despidos, la primera que salió rebotada fui yo, y la venta de la empresa. No tengo muy buen recuerdo de esa época, pero esta es otra historia, que contaré en otro momento.
Aún seguimos siendo amigas, y nos vemos de vez en cuando. No tanto como quisiéramos pòrque todas tenemos muchas obligaciones, pero cuando nos encontramos, es como si el tiempo no hubiera pasado, y sentimos que somos las mismas y que las otras son como siempre, y que hay un sentimiento muy fuerte que nos une. Se llama Amistad.
Y eso fue lo que sentí el Viernes pasado cuando nos vimos. Que nos seguimos teniendo mucho cariño, y seguimos siendo Las chicas de oro.
16 de enero de 2011
Canciones para el recuerdo: Cantautores olvidados
En la época de los setenta comenzaron a surgir cantautores hasta debajo de las piedras. Eran cantantes que componían la letra y la música de sus canciones y que tenían cierto compromiso con la sociedad en la que vivían. Algunos de aquellos cantautores aún siguen siendo actualidad, otros se retiraron y otros fallecieron.
Sólo unos pocos permanecen en el recuerdo, bien porque siguen actuando o porque su éxito fue tan grande que no lo ha conseguido borrar el tiempo. Es el caso de Serrat, Cecilia, Mari Trini, Aute, Sabina...y tantos otros. Pero nadie se acuerda de muchos otros que tuvieron un pequeño éxito y luego su memoria se perdió en el recuerdo. Eran excelentes cantantes y compositores, prometían mucho, pero una cosa o por otra su legado se ha olvidado. Es injusto que ya nadie se acuerde de ellos. Veamos unos cuantos ejemplos.
Tuvo bastante éxito a mediados de los setenta. Sus canciones "Así eres tu", "hueles a noche de amor" y "Me falta tu presencia" ocuparon los primeros lugares de las listas de éxito. Pero luego desapareció y no se ha vuelto a saber nada de el. Una pena.
Ana María Drack, Dime que no es verdad
Esta cantante alicantina, de bonnita voz y verso ágil, sacó un par de discos que se escucharon bastante, también a mediados de los años setenta. Después se casó y se retiró de la vida artística, dedicándose sólo a escribir poesía, llegando a ser una reconocida poetisa, miembro de la Academia de las Artes y las ciencias de la música de la comunidad valenciana.
Alberto Bourbon, antes de ti no hubo antes
De este cantante recuerdo varias canciones, además de esta de "antes de ti no hubo antes", "La niña de mi barrio" o "Uniforme de franela", y quizás alguna más. Luego, un grave accidente de automóvil lo tuvo varios años alejado de la música. Se recuperó e intentó retomar su carrera artística, pero nada volvió a ser igual. Amigo íntimo de Luis Eduardo Aute, era dueño de uno de los mejores pub de jazz de Madrid, el "Bourbon Street". Desgraciadamente murió, debido a problemas de corazón.
8 de enero de 2011
Disuelto el programa de seguridad contra la violencia machista
Desde mucho antes de la campaña electoral, CIU tenía en su punto de mira a la Conselleria de interior, y ha venido atacando el trabajo hecho por Joan Saura en todas las oportunidades posibles: que si los 80 km por hora, que si el código ético de los mossos, que si las cámaras en las comisarías. Pero no, a la hora de la verdad Felip Puig, el nuevo conseller, no se ha atrevido a tocar nada de eso, y ha golpeado donde más nos duele, en el punto más débil, ha disuelto el Programa de Seguretat contra la Violència Masclista, una de las iniciativas más exitosas y que tenían mayor consenso por los logros obtenidos.
La decisión se conoció oficialmente el 4 de Enero, con la publicación en el Diari Oficial de la Generalitat. Ese mismo día, recibimos una carta de despedida de Alba García, directora del programa.
"Sinceramente no quiero despedirme porque todo ha sido un verdadero lujo y un gran privilegio. Sobre todo para una persona como yo que cree con convicción en el servicio público de las administraciones y de las personas que trabajan en ellas como un elemento imprescindible de una sociedad madura y fuerte."
"Me conocéis y sabéis que la modesta y cotidiana tarea que he ido desarrollando a lo largo de casi la mitad de mi vida ha sido similar: intentar, desde cualquier ámbito, en la medida de lo posible, contribuir para hacer que la vida de muchas personas, concretamente de las mujeres, de todas las edades y condiciones, esté libre de violencias, porque ante el fenómeno de la violencia es posible avanzar."
Y es cierto, los que la conocemos sabemos que es una persona muy trabajadora y muy tenaz, y que desde siempre, al menos desde que yo la conozco, ha trabajado por los derechos de la mujer.
¿Y desde cuándo la conozco?... Pues no sabría decir. Sus padres viven un poco más arriba de donde yo vivo, aunque no, no es de eso que la conozco, quizás de vista sí, pero personalmente no. Mi primer recuerdo es del Ampa del Pau Casals, ese colegio público donde ambas llevábamos a nuestros hijos, en su caso hijas. Yo estuve muchos años allá, ella sólo unos meses. Supongo que el AMPA se le quedó pequeña, porque sus miras eran muchos más amplias, y en cierta forma era una adelantada a la época.
Yo no veía muy claro que ella fuera tan ortodoxa, con el lenguaje y con las actitudes, y a veces, hasta me molestaba. Para mi lo importante era organizar las actividades extraescolares y que el comedor escolar funcionase de la mejor manera posible para que nuestros hijos estuvieran bien atendidos. Ella era muy puntillosa con la utilización de las palabras, lo tenía muy claro, el masculino plural no representaba a mujeres y hombres, y había que nombrar a amigos y amigas, compañeros y compañeras, socios y socias, todas las veces que fuera necesario. Porque las palabras son importantes, nos definen.
Fue socia fundadora de la Asociación de mujeres Montserrat Roig. Pero también dejó la Asociación, y casi diría que hasta el activismo político, porque todo eso se le quedaba pequeño. Durante muchoa años ha trabajado por la mujer, por la igualdad y contra la violencia hacia las mujeres desde el Ayuntamiento de Sant Feliu. Supongo que lo seguirá haciendo, y con una sonrisa en los labios, a pesar del duro golpe.
Es un paso atrás, sin duda. Porque «Este tipo de proyectos precisan que haya alguien que los encabece. En este caso, yo tenía rango de subdirectora general y podía hablar de tú a tú con los responsables de la policía y de otros departamentos. Ahora que han suprimido ese cargo y que han decidido no poner a nadie en mi puesto, ¿quién hará esa labor? ¿El secretario, que tiene mil asuntos?».
Desde el programa se puso en marcha la primera macroencuesta de la Conselleria de Interior sobre la violencia machista, un sondeo telefónico realizado a 14.000 mujeres y 1.500 hombres que arrojó un dato alarmante: una de cada cuatro mujeres catalanas ha sido agredida en algún momento de su vida.
El programa, con un presupuesto de 90.000 euros, se encargaba de fijar una estrategia común en la lucha contra esa lacra. Así, gracias a esa entidad se consiguió que todas las comisarías de los Mossos tuvieran una unidad de atención a la víctima. Además, dio formación a 5.200 mossos, policías locales y aspirantes.
Y ahora... ¿qué nos quedará?
La decisión se conoció oficialmente el 4 de Enero, con la publicación en el Diari Oficial de la Generalitat. Ese mismo día, recibimos una carta de despedida de Alba García, directora del programa.
"Sinceramente no quiero despedirme porque todo ha sido un verdadero lujo y un gran privilegio. Sobre todo para una persona como yo que cree con convicción en el servicio público de las administraciones y de las personas que trabajan en ellas como un elemento imprescindible de una sociedad madura y fuerte."
"Me conocéis y sabéis que la modesta y cotidiana tarea que he ido desarrollando a lo largo de casi la mitad de mi vida ha sido similar: intentar, desde cualquier ámbito, en la medida de lo posible, contribuir para hacer que la vida de muchas personas, concretamente de las mujeres, de todas las edades y condiciones, esté libre de violencias, porque ante el fenómeno de la violencia es posible avanzar."
Y es cierto, los que la conocemos sabemos que es una persona muy trabajadora y muy tenaz, y que desde siempre, al menos desde que yo la conozco, ha trabajado por los derechos de la mujer.
¿Y desde cuándo la conozco?... Pues no sabría decir. Sus padres viven un poco más arriba de donde yo vivo, aunque no, no es de eso que la conozco, quizás de vista sí, pero personalmente no. Mi primer recuerdo es del Ampa del Pau Casals, ese colegio público donde ambas llevábamos a nuestros hijos, en su caso hijas. Yo estuve muchos años allá, ella sólo unos meses. Supongo que el AMPA se le quedó pequeña, porque sus miras eran muchos más amplias, y en cierta forma era una adelantada a la época.
Yo no veía muy claro que ella fuera tan ortodoxa, con el lenguaje y con las actitudes, y a veces, hasta me molestaba. Para mi lo importante era organizar las actividades extraescolares y que el comedor escolar funcionase de la mejor manera posible para que nuestros hijos estuvieran bien atendidos. Ella era muy puntillosa con la utilización de las palabras, lo tenía muy claro, el masculino plural no representaba a mujeres y hombres, y había que nombrar a amigos y amigas, compañeros y compañeras, socios y socias, todas las veces que fuera necesario. Porque las palabras son importantes, nos definen.
Fue socia fundadora de la Asociación de mujeres Montserrat Roig. Pero también dejó la Asociación, y casi diría que hasta el activismo político, porque todo eso se le quedaba pequeño. Durante muchoa años ha trabajado por la mujer, por la igualdad y contra la violencia hacia las mujeres desde el Ayuntamiento de Sant Feliu. Supongo que lo seguirá haciendo, y con una sonrisa en los labios, a pesar del duro golpe.
Es un paso atrás, sin duda. Porque «Este tipo de proyectos precisan que haya alguien que los encabece. En este caso, yo tenía rango de subdirectora general y podía hablar de tú a tú con los responsables de la policía y de otros departamentos. Ahora que han suprimido ese cargo y que han decidido no poner a nadie en mi puesto, ¿quién hará esa labor? ¿El secretario, que tiene mil asuntos?».
Desde el programa se puso en marcha la primera macroencuesta de la Conselleria de Interior sobre la violencia machista, un sondeo telefónico realizado a 14.000 mujeres y 1.500 hombres que arrojó un dato alarmante: una de cada cuatro mujeres catalanas ha sido agredida en algún momento de su vida.
El programa, con un presupuesto de 90.000 euros, se encargaba de fijar una estrategia común en la lucha contra esa lacra. Así, gracias a esa entidad se consiguió que todas las comisarías de los Mossos tuvieran una unidad de atención a la víctima. Además, dio formación a 5.200 mossos, policías locales y aspirantes.
Y ahora... ¿qué nos quedará?
6 de enero de 2011
Diccionario de burradas
Ha llegado a mis manos (es decir, a mis ojos) una recopilación de frases mal dichas que se usan más o menos cotidianamente, y que publicó en su web Xosé Castro Roig, un traductor audiovisual. Se llama "Diccionario de burradas", y es una edición revisada y mejorada de su famoso "Diccionario de portera-españolespañol-portera".
El documento es antiguo, lleva mucho tiempo circulando por la red, es posible que ya lo conozcáis. Yo misma lo había leído hace varios años, y me ha gustado refrescarlo, me he reído tanto como la primera vez. Os hago una selección:
La aspirina fluorescente es más rápida y eficaz (efervescente).
Me quedé embarazada, y eso que hacíamos el córpore in sepulto (coitus interruptus).
Es una persona fabulosa, un desecho de virtudes. (dechado)
La próstata dental es carísima. (prótesis).
Dejó la cocina limpísima, implacable. (impecable)
Estuvo rebanándose los sesos hasta que encontró la solución. (devanar).
Le echó un raspapoleo por llegar tarde a casa. (rapapolvo)
Aunque fue un accidente muy grave, no le quedaron espuelas. (secuelas)
Esta toballa está húmeda. (toalla)
Menudo susto, se me ponen los pelos de gallina. (punta)
Este modelo de coche ya viene con faros alucinógenos. (halógenos)
En Irán aún dilapidan a las mujeres. (lapidan)
Necesito hombres versículos. (versátiles)
No tengas pena, cuéntame tus coitos. (cuitas)
El otro día cayó una buena trompa de agua. (tromba)
Me he comprado un pareado que me hace juego con la camisa. (pareo)
¡Qué calor, que soborno! (bochorno)
Era como una voz de otra tumba. (ultratumba)
Dejé las ventanas herméticamente abiertas.
Es una carretera con muchos sobacones. (socavones)
Me quede fumigada del susto.
No lo sé, ni falta que me importa.
He perdido la loción del tiempo. (noción)
Ya es tarde para remendar el error. (enmendar)
Yo soy muy psicópata, enseguida conozco a la gente. (psicóloga)
A mi marido le gusta ir muy alicatado. (acicalado)
De primer plato, tenemos bisesuá. (vichyssoise)
Es un reloj de acero inexorable.
Otro día pongo más. De momento, si alguien se quiere leer el documento completo, se puede encontrar aquí.
El documento es antiguo, lleva mucho tiempo circulando por la red, es posible que ya lo conozcáis. Yo misma lo había leído hace varios años, y me ha gustado refrescarlo, me he reído tanto como la primera vez. Os hago una selección:
La aspirina fluorescente es más rápida y eficaz (efervescente).
Me quedé embarazada, y eso que hacíamos el córpore in sepulto (coitus interruptus).
Es una persona fabulosa, un desecho de virtudes. (dechado)
La próstata dental es carísima. (prótesis).
Dejó la cocina limpísima, implacable. (impecable)
Estuvo rebanándose los sesos hasta que encontró la solución. (devanar).
Le echó un raspapoleo por llegar tarde a casa. (rapapolvo)
Aunque fue un accidente muy grave, no le quedaron espuelas. (secuelas)
Esta toballa está húmeda. (toalla)
Menudo susto, se me ponen los pelos de gallina. (punta)
Este modelo de coche ya viene con faros alucinógenos. (halógenos)
En Irán aún dilapidan a las mujeres. (lapidan)
Necesito hombres versículos. (versátiles)
No tengas pena, cuéntame tus coitos. (cuitas)
El otro día cayó una buena trompa de agua. (tromba)
Me he comprado un pareado que me hace juego con la camisa. (pareo)
¡Qué calor, que soborno! (bochorno)
Era como una voz de otra tumba. (ultratumba)
Dejé las ventanas herméticamente abiertas.
Es una carretera con muchos sobacones. (socavones)
Me quede fumigada del susto.
No lo sé, ni falta que me importa.
He perdido la loción del tiempo. (noción)
Ya es tarde para remendar el error. (enmendar)
Yo soy muy psicópata, enseguida conozco a la gente. (psicóloga)
A mi marido le gusta ir muy alicatado. (acicalado)
De primer plato, tenemos bisesuá. (vichyssoise)
Es un reloj de acero inexorable.
Otro día pongo más. De momento, si alguien se quiere leer el documento completo, se puede encontrar aquí.
2 de enero de 2011
Comics para niñas en los 60: La colección Azucena
Conservo algunos tebeos, pocos, de mi niñez. Y los iré compartiendo en el blog, aunque no sé si le interesará a mucha gente.
Azucena La Huerfanita
Los primeros cómics que nacieron en nuestro país no tenían ninguna intención de conectar con las mujeres, ni mucho menos de que ellas fueran lectoras y consumidoras. La cultura era un patrimonio exclusivo masculino y la mujer estaba marginada a hacer los trabajos de casa, cuidar de los hijos y rezar. Se entiende, pues, que el hombre fuera el principal personaje, y no la mujer.
Además, los hombres tenían todo el poder en aquellos momentos, dominaban el mundo editorial: eran los propietarios, editores, dibujantes, guionistas, traductores, impresores y todo lo demás.
Así que los primeros cómics dedicados a las mujeres y niñas fueron creados e ideados por hombres de una época represora y la mujer era sólo un una consumidora pasiva. Desde la posguerra hasta la muerte del dictador los cómics siempre fueron dirigidos por hombres y estaban impregnados de la ideología social franquista.
Con el paso del tiempo la mujer se fue incorporando al cómic, primero como lectora, y después, y gracias a algunos editores perspicaces, que entendieron que los cómics dirigidos a las niñas serían mejor tratados por mujeres, como dibujante profesional.
Entre esas dibujantes está Rosa Galcerán, que fue la que creó en el año 1946 la colección Azucena, la revista de cuentos de hada de obligada lectura femenina en aquella época. Fue la publicación más leída en España durante unos 20 años.
Comenzó a publicarse en 1947, en mis tiempos costaba 1 peseta, y semana tras semana aumentaba el número de ilusionadas lectoras preadolescentes que se entusiasmaban con sus hermosas historias.
Las historietas de Azucena parece ser que solían localizarse al principio en tiempos modernos, pero cuando yo la conocí se ubicaba en reinos fabulosos intemporales, y estaba llena de historias fantásticas y sentimentales. Lo importante de sus personajes es la bondad, sobre todo femenina, que se manifiesta en abnegación y respeto, y con un objetivo final: la boda. Siempre acababan en boda, una manera más de lavarnos el cerebro a las niñas de entonces.
Os dejo algunas portadas más de la colección, aunque como he dicho al principio de esta entrada, iré subiendo algunos cuentos más completos.
Azucena La Huerfanita
Los primeros cómics que nacieron en nuestro país no tenían ninguna intención de conectar con las mujeres, ni mucho menos de que ellas fueran lectoras y consumidoras. La cultura era un patrimonio exclusivo masculino y la mujer estaba marginada a hacer los trabajos de casa, cuidar de los hijos y rezar. Se entiende, pues, que el hombre fuera el principal personaje, y no la mujer.
Además, los hombres tenían todo el poder en aquellos momentos, dominaban el mundo editorial: eran los propietarios, editores, dibujantes, guionistas, traductores, impresores y todo lo demás.
Así que los primeros cómics dedicados a las mujeres y niñas fueron creados e ideados por hombres de una época represora y la mujer era sólo un una consumidora pasiva. Desde la posguerra hasta la muerte del dictador los cómics siempre fueron dirigidos por hombres y estaban impregnados de la ideología social franquista.
Con el paso del tiempo la mujer se fue incorporando al cómic, primero como lectora, y después, y gracias a algunos editores perspicaces, que entendieron que los cómics dirigidos a las niñas serían mejor tratados por mujeres, como dibujante profesional.
Entre esas dibujantes está Rosa Galcerán, que fue la que creó en el año 1946 la colección Azucena, la revista de cuentos de hada de obligada lectura femenina en aquella época. Fue la publicación más leída en España durante unos 20 años.
Comenzó a publicarse en 1947, en mis tiempos costaba 1 peseta, y semana tras semana aumentaba el número de ilusionadas lectoras preadolescentes que se entusiasmaban con sus hermosas historias.
Las historietas de Azucena parece ser que solían localizarse al principio en tiempos modernos, pero cuando yo la conocí se ubicaba en reinos fabulosos intemporales, y estaba llena de historias fantásticas y sentimentales. Lo importante de sus personajes es la bondad, sobre todo femenina, que se manifiesta en abnegación y respeto, y con un objetivo final: la boda. Siempre acababan en boda, una manera más de lavarnos el cerebro a las niñas de entonces.
Os dejo algunas portadas más de la colección, aunque como he dicho al principio de esta entrada, iré subiendo algunos cuentos más completos.
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