De un tiempo a esta parte escribo poco en el blog. No voy a poner manidas excusas como la falta de tiempo, que he estado de vacaciones o que la ajetreada vida política me tiene secuestrada. No, es porque estoy bloqueada. Y no es que no tenga ideas, que no se me ocurran temas sobre los que escribir, innumerables veces he comenzado un post, he buscado las imágenes adecuadas, le he dado forma, pero no me gustaba como salía y lo abandonaba.
Puede ser que esté sufriendo una crisis de planteamiento. Los temas de los que suelo hablar me parecen ahora superficiales, algunos incluso ridículos. Si cuento cosas de mi niñez y de la vida en mi pueblo allá por los años 60, enseguida me surge la duda de si ese relato le interesará a alguien. Si escribo sobre mi juventud y nuestra lucha en la clandestinidad, me viene a la mente el movimiento del 15M. Porque yo soy de las que creen que el 15M, aún con sus carencias y errores, cambiará el modelo de sociedad actual, ese que ayudamos a construir en nuestra generación y que se ha convertido en injusto e insoportable para los no ricos. No me sale contar mis batallitas de abuelo Cebolleta cuando la ilusión, la esperanza y la acción están en otra parte.
Mis entradas sobre informática sí que interesan a mucha gente, el número de visitas lo demuestra. Pero documentarlas me ocupa demasiado tiempo, y mucha paciencia, virtud que en estos momentos tengo adormecida.