Recuerdo con añoranza aquellos tiempos en que los clientes siempre teníamos razón y las empresas nos trataban con un tacto exquisito. Ahora vivimos una época en la que las grandes corporaciones se creen que son las dueñas de nuestras vidas y, a la manera de los señores feudales, disponen a su antojo de nuestro tiempo, nuestra intimidad y nuestros escasos bienes.
Todas estas reflexiones me vienen a la cabeza debido a una mala experiencia que en mi familia estamos teniendo con Intrum Justitia. No tenía ni la más remota idea de la existencia de esa empresa hasta que hace unas semanas mi marido recibió una carta que nos causó consternación. En ella se decía que ENDESA les había encomendado la gestión de una deuda en la que él figuraba como titular por la cantidad de 73,63€. En un tono amenazante, conminaban a pagar urgentemente la deuda si no quería tener problemas y facilitaban un número de cuenta en la que había que ingresar el dinero.
Y nada más. No daban datos de la factura a la que se referían, ni un número, ni una fecha, sólo una referencia y un número de identificación internos. Lo primero que pensé es que se trataba de un timo.
Inmediatamente me puse a investigar en Internet y averigué que esta empresa sueca especializada en gestión de impagados es muy famosa en la red. Encontré innumerables quejas de damnificados que han sufrido sus métodos gangsteriles y que solicitaban u ofrecían consejos sobre como proceder en el caso de tener la desgracia de encontrarse en su camino.
Daba la casualidad de que unos meses antes habíamos cambiado a Endesa por otra compañía, y pensamos que podría tratarse de un error de traspaso, pero repasando las facturas que habíamos pagado vimos que no faltaba ningún mes. Así que, una vez informada sobre la forma de actuar de Intrum Justitia, quedamos a la espera de que dieran señales de vida.