Hace algún tiempo que tengo pendiente escribir sobre la visita que Jamileth Chavarría hizo a Sant Joan Despí en el mes de Noviembre del año pasado, invitada por la Asociación Violeta. No soy muy amiga de adoraciones ni de devociones, más bien soy de las que respetan en silencio y con calma el talento ajeno. Pero Jamileth es de esas personas que impresionan y dejan huella. Por su sencillez, por su inteligencia, por su tenacidad y su fuerza interior.
Las primeras noticias que tuvimos de ella nos llegaron a principios del mes de Julio al correo de Violeta. Una vecina de nuestra ciudad, que ahora vive en Madrid, la había conocido y en un mensaje lleno de respeto y admiración nos recomendaba que la trajéramos a nuestro pueblo y escucháramos su historia:
"La semana pasada asistí, por curiosidad, a un cinefórum en una asociación de mujeres en Madrid en el que proyectaban un documental llamado "La radio de la jungla". El documental cuenta la historia de Jamileth Chavarría, una nicaragüense que creó, en su pueblo natal, (Bocana de Paiwas) la Radio Palabra de Mujer, una de las primera radios creada y hecha por mujeres en el país desde donde se defiende el feminismo, se denuncian los maltratos que sufren las mujeres en el pueblo y los programas se destinan a la lucha contra el machismo.
Gracias a ella y a su programa de radio, Yamileth se ha convertido en una inspiración en la lucha contra el machismo y los derechos de la mujer en Nicaragua, un país con una sociedad altamente machista. El caso es que esta mujer se vino a vivir a España (hace un par de años) y ahora da algunas conferencias y charlas por Madrid".
Por aquella época la Asociación Violeta no vivía uno de sus mejores momentos, problemas personales internos nos tenían inmersas en interminables disputas que intentábamos resolver de todas las maneras posibles. Aún así, los cariñosos elogios de nuestra ex-vecina me llenaron de curiosidad y decidí buscar por Internet datos sobre esta mujer de la que nunca antes había oído hablar. Y para sorpresa mía encontré bastante información, debido sobre todo al hecho de que su documental ha recibido varios premios. Rápidamente quedé fascinada por el personaje y transmití ese entusiasmo a mis compañeras de Violeta de forma tan efectiva, que decidimos que teníamos que conocerla lo antes posible, a ella y su historia. Y después darla a conocer.
Y dicho y hecho. Montamos un grupo de trabajo para organizar el acto, nos pusimos en contacto con Jamileth, y a las pocas semanas pudimos hacernos fotografías como ésta a la llegada de nuestras visitantes a nuestro pueblo:
El documental "La radio de la Jungla", dirigido por la alemana Susane Jäger, describe cómo es la vida en Bocana de Paiwas, un pueblo del interior de Nicaragua, narrada a través de las voces de sus mujeres y hombres. Una de las voces más reconocidas es la de Jamileth Chavarría, fundadora, junto a otras mujeres, de la emisora de radio "Palabra de mujer". Su programa, "La bruja mensajera", es el más escuchado de toda la programación. Y tiene mérito, porque se emite a las 5 de la mañana.
La bruja mensajera es una señora de 86 años que vive en un cerro lejano, y que cada día vuela en su escoba hasta la emisora de radio para ver a través de su bola de cristal la vida de los campesinos, reprenderles en el caso de que se hayan comportado mal, y aconsejarles siempre. Lo ve absolutamente todo, lo que ocurre en las casas, en las calles o en los campos, y es muy estricta, sobre todo cuando observa que un hombre pega a una mujer, algo muy habitual en la machista Nicaragua. Entonces alza la voz, sin rencores ni odios, y reprocha al maltratador sus acciones afeándole su actitud.. Y a las mujeres les recomienda que salgan de ese círculo vicioso y busquen la compañía de las feministas de la Casa de la Mujer.
En esta zona de Nicaragua, y también en el resto del país, el uso de la violencia por parte de los hombres para intentar solucionar sus diferencias es muy habitual. La violencia contra la mujer también forma parte de la vida cotidiana. Diariamente los medios de comunicación publican noticias de mujeres golpeadas, violadas y asesinadas por hombres. Y eso hace que a las mujeres les cueste mucho más decidirse a salir de sus casas, porque puede llegar a costarles la vida.
Pero en Bocana de Paiwas las mujeres intentaron hacer algo para salir de esa espiral de violencia. Para un hombre maltratador el mayor castigo era que lo señalasen en la calle y que lo mirasen de mala manera, por eso temían a la Bruja Mensajera. Y cuando las mujeres se dieron cuenta que a través del humor podían educar, decidieron que “La Bruja Mensajera” era una buena alternativa para incidir en su pueblo y perdieron el miedo. La Bruja Mensajera se convertió, a partir de entonces, en la principal aliada de las mujeres maltratadas. Con nombres y apellidos empezaron a llegar las cartas a la emisora contándole a la bruja sus historias de sufrimientos para que al día siguiente ella “adivinara” lo que pasaba en sus casas. Era su manera de romper el silencio, y la Bruja era su voz.
La vida no ha sido fácil para Jamileth Chavarría. Feminista convencida, defensora de los derechos de las mujeres, sufrió personalmente y por medio de personas cercanas las consecuencias de las violaciones sexuales y la violencia familiar. Lo contó pausada y suavemente, con la voz quebrada por la emoción, en el coloquio que siguió a la proyección del documental. "Lo cuento porque cada vez que hablo de este secreto en público, me libero. No podemos seguir callando lo que pasa en el interior de las familias, si no se habla del tema, el abuso no se termina". Y el horror de la historia y la integridad de esa mujer nos puso un nudo en la garganta que se deshizo cuando ella recuperó la sonrisa y nos transmitió ánimos y fuerza para seguir adelante en nuestras propias luchas.
Tanta valentía y dedicación le pasaron factura a Jamileth. Recibió amenazas de muerte, y finalmente tuvo que abandonar Nicaragua para instalarse en un país extranjero. Luchadora como es, Jamileth ha seguido trabajando en Madrid desde las Brujas Migrantes y sus letanías, y como mujer empleada doméstica que es. Su sueño es ahorrar el dinero suficiente para volver a su país e instalar en su pueblo una emisora de radio dotada de todos los medios técnicos modernos.
Contra viento y marea, igual que ese día que nos despedimos en Barcelona. Para nosotras, mujeres de la Asociación Violeta de Sant Joan Despí, Jamileth es una amiga, nos hemos visto más veces, y es un espejo en el que queremos mirarnos. Pero es, además, una persona que nos ha enseñado que sin el feminismo es imposible erradicar la violencia machista, y que sólo empoderándonos como mujeres podemos superar el maltrato.
La bruja mensajera es una señora de 86 años que vive en un cerro lejano, y que cada día vuela en su escoba hasta la emisora de radio para ver a través de su bola de cristal la vida de los campesinos, reprenderles en el caso de que se hayan comportado mal, y aconsejarles siempre. Lo ve absolutamente todo, lo que ocurre en las casas, en las calles o en los campos, y es muy estricta, sobre todo cuando observa que un hombre pega a una mujer, algo muy habitual en la machista Nicaragua. Entonces alza la voz, sin rencores ni odios, y reprocha al maltratador sus acciones afeándole su actitud.. Y a las mujeres les recomienda que salgan de ese círculo vicioso y busquen la compañía de las feministas de la Casa de la Mujer.
En esta zona de Nicaragua, y también en el resto del país, el uso de la violencia por parte de los hombres para intentar solucionar sus diferencias es muy habitual. La violencia contra la mujer también forma parte de la vida cotidiana. Diariamente los medios de comunicación publican noticias de mujeres golpeadas, violadas y asesinadas por hombres. Y eso hace que a las mujeres les cueste mucho más decidirse a salir de sus casas, porque puede llegar a costarles la vida.
Pero en Bocana de Paiwas las mujeres intentaron hacer algo para salir de esa espiral de violencia. Para un hombre maltratador el mayor castigo era que lo señalasen en la calle y que lo mirasen de mala manera, por eso temían a la Bruja Mensajera. Y cuando las mujeres se dieron cuenta que a través del humor podían educar, decidieron que “La Bruja Mensajera” era una buena alternativa para incidir en su pueblo y perdieron el miedo. La Bruja Mensajera se convertió, a partir de entonces, en la principal aliada de las mujeres maltratadas. Con nombres y apellidos empezaron a llegar las cartas a la emisora contándole a la bruja sus historias de sufrimientos para que al día siguiente ella “adivinara” lo que pasaba en sus casas. Era su manera de romper el silencio, y la Bruja era su voz.
La vida no ha sido fácil para Jamileth Chavarría. Feminista convencida, defensora de los derechos de las mujeres, sufrió personalmente y por medio de personas cercanas las consecuencias de las violaciones sexuales y la violencia familiar. Lo contó pausada y suavemente, con la voz quebrada por la emoción, en el coloquio que siguió a la proyección del documental. "Lo cuento porque cada vez que hablo de este secreto en público, me libero. No podemos seguir callando lo que pasa en el interior de las familias, si no se habla del tema, el abuso no se termina". Y el horror de la historia y la integridad de esa mujer nos puso un nudo en la garganta que se deshizo cuando ella recuperó la sonrisa y nos transmitió ánimos y fuerza para seguir adelante en nuestras propias luchas.
Tanta valentía y dedicación le pasaron factura a Jamileth. Recibió amenazas de muerte, y finalmente tuvo que abandonar Nicaragua para instalarse en un país extranjero. Luchadora como es, Jamileth ha seguido trabajando en Madrid desde las Brujas Migrantes y sus letanías, y como mujer empleada doméstica que es. Su sueño es ahorrar el dinero suficiente para volver a su país e instalar en su pueblo una emisora de radio dotada de todos los medios técnicos modernos.
Contra viento y marea, igual que ese día que nos despedimos en Barcelona. Para nosotras, mujeres de la Asociación Violeta de Sant Joan Despí, Jamileth es una amiga, nos hemos visto más veces, y es un espejo en el que queremos mirarnos. Pero es, además, una persona que nos ha enseñado que sin el feminismo es imposible erradicar la violencia machista, y que sólo empoderándonos como mujeres podemos superar el maltrato.
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