1 de enero de 2015

Doha, Dubai, Abu Dhabi (I)


Estas han sido mis segundas navidades en Doha, Qatar. A diferencia de las anteriores, y teniendo en cuenta que ya hemos visitado varias veces Qatar y todo lo que hay que ver ya está visto, este año hemos hecho turismo por un país vecino, Emiratos Arabes Unidos. Si Qatar ya me parecía un país ostentoso, los emiratos que he visitado me han dejado sin adjetivos grandilocuentes con que describirlos. Esas son las luces, que en esos países hay muchas, demasiadas, como no tienen problemas de abastecimiento de energía no se controlan lo más mínimo. Pero también hay sombras, como los inmigrantes indios, nepalís, que trabajan en la construcción de esos edificios tan enormes y que tienen unos salarios y unas vidas miserables. Entre tanto lujo, pasan desapercibidos, tienes que abrir mucho los ojos para verlos y localizarlos.

Comenzó nuestra aventura en el aeropuerto de Barcelona. Como ya expliqué en un post anterior, viajamos con billetes de staff, un privilegio que tenemos los familiares y empleados de la compañía aérea para viajar a precio muy económico. Nuestro plan era volar hasta Doha, dormir allí en el piso de mi hijo, y coger el avión hasta Dubai a la mañana siguiente a primerísima hora. Primer contratiempo. Pensábamos que podíamos facturar las maletas hasta Doha, pero como teníamos billete hasta Dubai, los empleados de Qatar Airways no nos dejaron hacerlo. Así que tuvimos que pasear las maletas durante unos días y pasar varias aduanas de países árabes con unos paquetitos de jamón y lomo ibérico entre el equipaje, algo que está prohibidísimo. Aunque hasta ahora siempre habían hecho la vista gorda, siempre te queda la duda de si no será la siguiente vez cuando tengas problemas.

Llegamos a Dubai tras pasar la noche en Doha, Se agradeció que la cola de tramitación de acceso al país no fuera tan grande como la que tuvimos que aguantar la noche anterior en Doha. Y además no tuvimos que soportar tantas preguntas ni controles, y obtener el visado es gratis.

Y llegamos a recoger nuestras maletas, y allí estaban, intactas, sin ningún tipo de problema, Fuimos a buscar el coche de alquiler en el mismo aeropuerto, cargamos las maletas en el coche, un poco apretadas y pusimos rumbo al hotel. 



La primera palabra que se me viene a la mente para definir a Dubai es ostentosa. Sólo hay que mirar los coches, las autovías, los rascacielos. Y los centros comerciales. Dubai Mall es el centro comercial más grande del mundo. Cuando conocí los centros comerciales de Doha hace unos meses pensé que no era posible inventar algo más espectacular. Pero me equivoqué. En estos países los centros comerciales son como ciudades, ya que en la calle no es posible hacer vida diurna la mayor parte de los meses del año debido a las altas temperaturas. Y Dubai, que tiene poco petróleo y vive de cara al turismo, ha sabido explotar como nadie la espectacularidad.



Dentro de este centro comercial se encuentra el acuario más grande del mundo, con más de 20 metros de largo y muchos tipos diferentes de peces, entre ellos algunos tiburones.


También hay una pista de patinaje sobre hielo, unas cascadas gigantescas donde cuelgan unas figuras humanas simulando el salto del ángel, y un montón de tiendas de todas las marcas internacionales, la mayor parte de lujo, con unos escaparates espectaculares.



En este centro comercial está ubicado el acceso al Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo, 828 m. de altura, 162 plantas.


Las entradas para acceder al interior habían sido compradas previamente por Internet para una hora determinada, las 5 de la tarde. Aún así tuvimos que soportar mucho tiempo de cola, por lo que cuando llegamos al piso 124 donde está situado el mirador "At the top", ya era de noche, nos perdimos el atardecer, que nos habían contado que visto desde allí era impresionante.

Aún así, disfrutamos de unas vistas nocturnas extraordinarias. Era como ver Dubai desde el cielo.


A la salida, nos esperaba el espectáculo de las fuentes, y aunque ya tengo gastado el adjetivo espectacular, no encuentro otra palabra para definirlo adecuadamente. Las fuentes se encuentran en la base del Burj Khalifa, en un inmenso lago artificial rodeado de rascacielos. Una temperatura templada (en pleno mes de Diciembre), una música agradable, y un entorno impresionante lleno de luz y colorido.



Dubai también tiene su parte antigua, los barrios históricos de Deira y Bur Dubai, separados por Dubai Creek, una ría natural que se adentra en la tierra aproximadamente 10 km. En esta zona no se ven rascacielos, ni coches de lujo. Las tiendas y las personas que se ven por allí son mayoritariamente indios y pakistanís, y hombres, muy pocas mujeres. Aparcamos el coche cerca del museo de Dubai, que no nos dio tiempo a visitar, y nos dirigimos al embarcadero. Nos subimos a uno de los típicos barcos de madera que por un precio económico te llevan al otro lado de la ría, al barrio de Deira. Fue un paseo muy agradable.





En ese lado de la ría se encuentra el zoco. Montones de tienda donde se puede comprar de todo, una zona dedicada a la venta de oro a buen precio, relojes... ciertamente, nada fiable. Nos gustó especialmente la zona de las especias. Era curioso como los vendedores, todos hombres, nos identificaban en la distancia por nuestro aspecto y se dirigían a nosotros con palabras entremezcladas del idioma español y del italiano.

Después del paseo volvimos a cruzar la ría, para comer en un restaurante junto al mar, con unas vistas impresionantes.




También hicimos una visita rápida a la famosa Palmera y al hotel Atlantis. Aunque no llegamos a entrar.

En definitiva, Dubai me pareció la Gomorra musulmana. Se puede beber alcohol en muchos bares y restaurantes (aunque pagados a precio de oro), es un destino turístico de lujo, los ciudadanos de los países vecinos viajan hasta allí para comprar y divertirse, hay montones de atracciones y actividades dirigidas al esparcimiento, todo a lo grande, todo a lo bestia. Y en los barrios bajos mucha miseria.

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