14 de octubre de 2015

Katherine Mansfield y Virginia Woolf, una amistad especial


Coincidiendo con el aniversario del nacimiento de Katherine Mansfield, quisiera hacer este pequeño homenaje a una de mis escritoras favoritas. La descubrí hace muchos años, llegué a ella siguiendo los consejos de otra conocida escritora, Virginia Wolf y desde el primer momento me fascinó la relación de amor-odio que tenían. Y es que, a pesar de sus diferencias y lo distintas que eran en su manera de ser y su forma de escribir, se tenían un respeto mutuo por encima de toda duda.

La primera impresión que tuvo Virginia sobre Katherine, en un encuentro en el que la acompañó su marido Leonard Wolf, no fue muy favorable. Esto es lo que anotó en su diario: "Ambos habríamos deseado que nuestra primera impresión de K.M. no hubiera sido que es como una jineta sacada a pasear. En verdad, al primer golpe de vista me sentí un poco molesta por su ordinariez: esos rasgos tan duros y vulgares". Y Katherine tampoco se quedaba atrás en mostrar su desprecio, solía decir  del matrimonio Woolf que "los lobos son apestosos".


Sin embargo estas apreciaciones debieron cambiar en algún momento, ya que hay innumerables referencias de que ellas mismas se consideraban buenas amigas, buscaban las opiniones de la otra sobre los libros que escribían, se intercambiaban regalos y se enviaban infinidad de cartas en las que hablaban de su trabajo.



Era una amistad contradictoria, provenían de mundos muy diferentes. la una venía de las lejanas colonias, mientras que la familia de la otra estaba firmemente arraigada entre la intelectualidad inglesa. Mansfield llevó a la práctica sus ideas de juventud y desde temprana edad siguió una ostensible vida bohemia, mientras que Woolf se acercaba a la intimidad con timidez.

Sin embargo, tenían muchas circunstancias comunes. Las dos padecían una enfermedad crónica, tenían relaciones complejas con sus maridos editores y no tenían hijos. Pero fue compartir la pasión por la escritura lo que las unió y fundamentó su amistad. 

Fue una amistad relativamente breve, desde 1917 hasta la muerte de Katherine Mansfield en 1923. Aún así el efecto sobre su trabajo fue profundo. Durante este tiempo Mansfield escribió la mayor parte de sus historias más célebres, una de las cuales publicaron los Woolf, y Virginia forjó su estilo. Aunque normalmente asociamos a Wolf  con la corriente de la técnica del fluir de la conciencia, fue Mansfield quien lo intentó en primer lugar.


De hecho, Virginia parece haber sido la más dependiente de las dos: Estaba dolida, aunque probablemente también estimulada, por las duras críticas de Katherine a su segunda novela, le preocupaba que sus cartas no tuvieran respuesta, y después de muerta Katherine, las referencias a ella en su diario seguían siendo continuas. 

Ambas se reconocían la destreza literaria. Virginia afirmaba que la prosa de Katherine la hacía sentir celosa, y Katherine decía que leer a Virginia la hacía sentirse orgullosa.

Cuando murió Katherine Mansfiel de tuberculosis, enfermedad que había padecido los últimos años de su vida, Virginia se la echó de menos. Así lo dejó escrito en su diario: "Cuando empecé a escribir me pareció que no tenia sentido hacerlo. Katherine no podrá leerlo. Katherine ya no es mi rival. Estaba celosa de su escritura -la única de la que haya estado celosa jamás- En esta escritura yo veía, tal vez por celos, todos los rasgos de carácter que me desagradaban en ella. Nunca consideré lo suficiente su sufrimiento físico ni cuanto contribuyó a amargarla".


1 comentario:

  1. Yo creo que Virginia Wolf nunca fue considerada amiga por Katherine. No se puede hablar de amistad.Katherine no la consideraba rival; porque era ella una transgresora verdadera e inmigrante con un talento degollante en una sociedad colonialista en cuyos círculos literarios nunca sería absolutamente aceptada. Paradójicamente esta creadora que da inicio a la corriente modernista de los cuentos cortos de la literatura inglesa,llegó a rechazar Inglaterra y en sus cartas expresa este sentimiento. Woolf pertenecía a la aristocracia inglesa, y su rebeldía se acomodaba a esa realidad. Katherine era lo opuesto.

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