30 de agosto de 2020

Reflexiones matinales

 


Cerca de la Ciutat Esportiva del Barça hay varias obras en activo en las que se están construyendo bloques de pisos. Es una zona que hace no muchos años era agrícola, pero en la que ahora se ha instalado la especulación inmobiliaria. El terreno se dividió en tres propietarios, el Barça, el Ayuntamiento de Sant Joan Despí, y Fomento de Construcciones y Contratas (FCC). En esta constructora tienen acciones Carlos Slim (61,1%), Bill Gates (5,7%) y George Soros (3%), y tiene unas muy buenas y sospechosas relaciones con la constructora amiga ACS, propiedad de Florentino Pérez, presidente del equipo de fútbol rival.
Por las mañanas, un poco antes de que los cochazos de los jugadores se acerquen a su lugar de trabajo para entrenar, veo a los trabajadores de esas obras caminar lentamente hacia esos edificios en construcción, con sus mochilas a la espalda. No se les ve muy animados, aunque van en grupo y haciendo piña, y a veces hacen bromas entre ellos. Después los veo trabajar a pleno sol, con las mascarillas puestas, a unas horas muy tempranas. Y me pregunto, como será más tarde cuando el sol calienta de verdad, y cuantos de ellos tendrán como referentes y admirarán a esos jugadores que viven una realidad tan diferente a las suyas. Y si para ellos, como parece ser que lo es para la multitud de jóvenes que esperan a los jugadores en las inmediaciones, también habrá sido un drama que Messi haya enviado un burofax al club diciendo que se quiere ir, o no les importa nada.



22 de agosto de 2020

Ida Siekmann, primera víctima del muro de Berlín


Hoy al personaje que quiero dedicarle mi atención es Ida Siekmann, que es considerada la primera víctima del Muro de Berlín y que murió el 22 de agosto del año 1961.

Es una historia estremecedora. Vivía en Berlín cuando el 13 de agosto de 1961 vio como le levantaban un muro delante de la puerta de su casa. Cuando al finalizar la II Guerra mundial en el año 1949 las potencias vencedoras se repartieron la ciudad, el edificio en el que vivía quedó en manos soviéticas. Pero su calle, la acera y los edificios de la acera de enfrente, estaban en zona francesa.

Ida Siekman vivía sola, y al igual que el resto de la ciudadanía de Berlín, se movía interzonas sin ningún problema, para ir a trabajar, a comprar, o a visitar a su hermana. Pero casi 20 años después de acabada la guerra, levantaron el Muro de la noche a la mañana dividiendo la ciudad en dos zonas, y quedó totalmente aislada de sus seres queridos. Ni siquiera podía salir a la calle por la puerta principal, tenía que hacerlo por una trasera. Y días después, empezaron a tapiar las puertas y ventanas de toda la calle. Miembros de los Grupos de Combate de la Clase Obrera y Volkspolizei controlaban a todas las personas que intentaban entrar en las casas, y los residentes eran sometidos a controles rígidos, incluso en los pasillos.