26 de julio de 2018

3 poemas de Delmira Agustini


ÍNTIMA 

Yo te diré los sueños de mi vida
En lo más hondo de la noche azul...
Mi alma desnuda temblará en tus manos,
Sobre tus hombros pesará mi cruz.

Las cumbres de la vida son tan solas,
Tan solas y tan frías! Yo encerré
Mis ansias en mí misma, y toda entera
Como una torre de marfil me alcé.

Hoy abriré a tu alma el gran misterio;
Ella es capaz de penetrar en mí.
En el silencio hay vértigos de abismo:
Yo vacilaba, me sostengo en ti.

Muero de ensueños; beberé en tus fuentes
Puras y frescas la verdad: yo sé
Que está en el fondo magno de tu pecho
El manantial que vencerá mi sed.

Y sé que en nuestras vidas se produjo
El milagro inefable del reflejo...
En el silencio de la noche mi alma
Llega a la tuya como un gran espejo.


Imagina el amor que habré sonado
En la tumba glacial de mi silencio!
Más grande que la vida, más que el sueño,
Bajo el azur sin fin se sintió preso.

Imagina mi amor, mi amor que quiere
Vida imposible, vida sobrehumana,
Tú que sabes si pesan, si consumen
Alma y sueños de Olimpo en carne humana.

Y cuando frente al alma que sentía
Poco el azur para bañar sus alas,
Como un gran horizonte aurisolado
O una playa de luz, se abrió tu alma:

¡Imagina! ¡Estrechar vivo, radiante
El imposible! ¡La ilusión vivida!
Bendije a Dios, al sol, la flor, el aire,
¡La vida toda porque tú eras vida!

Si con angustia yo compré esta dicha,
¡Bendito el llanto que manchó mis ojos!
¡Todas las llagas del pasado ríen
Al sol naciente por sus labios rojos!

¡Ah! tú sabrás mi amor, mas vamos lejos,
A través de la noche florecida;
Acá lo humano asusta, acá se oye,
Se ve, se siente sin cesar la vida.

Vamos más lejos en la noche, vamos
Donde ni un eco repercuta en mí,
Como una flor nocturna allá en la sombra
Yo abriré dulcemente para ti.

(De El libro blanco, 1907)



EXPLOSIÓN

Si la vida es amor, ¡bendita sea!
¡Quiero más vida para amar! Hoy siento
Que no valen mil años de la idea

Lo que un minuto azul de sentimiento.
Mi corazón moría triste y lento...
Hoy abre en luz como una flor febea;
¡La vida brota como un mar violento
Donde la mano del amor golpea!

Hoy partió hacia la noche, triste, fría,
Rotas las alas, mi melancolía;
Como una vieja mancha de dolor

En la sombra lejana se deslíe...
¡Mi vida toda canta, besa, ríe!
¡Mi vida toda es una boca en flor!

(De El libro blanco, 1907)



TU BOCA

o hacía una divina labor, sobre la roca
Creciente del Orgullo. De la vida lejana,
Algún pétalo vívido me voló en la mañana,
Algún beso en la noche. Tenaz como una loca,
Seguía mi divina labor de roca.

Cuando tu voz que funde como sacra campana
En la nota celeste la vibración humana,
Tendió su lazo de oro al borde de tu boca;

¡Maravilloso nido del vértigo, tu boca!
Dos pétalos de rosa abrochando un abismo.

Labor, labor de gloria, dolorosa y liviana;
¡Tela donde mi espíritu se fue tramando él mismo!
Tú quedas en la testa soberbia de la roca,

Y yo caigo, sin fin, en el sangriento abismo!

(De Los cálices vacíos, 1913)

Delmira Agustini nace en Montevideo en 1886. Es la poetisa más destacada del Modernismo, formó parte de la “generación de 1900”, a la que también perteneció Rubén Darío, a quien consideraba su maestro. Hija de padre uruguayo y madre argentina, perteneció a una familia acomodada. Fue una niña precoz, además de componer versos desde que tenía 10 años, realizó estudios de francés, música y pintura. Se especializó en la sexualidad femenina en una época en la que el mundo estaba dominado por el hombre. Su vocación poética escandalizó a la sociedad burguesa rioplatense. En 1913 se casó con Enrique Job Reyes, pero lo abandonó un mes y medio más tarde debido a sus múltiples desavenencias conyugales y se divorció en 1914. Ese mismo año es asesinada por su exmarido, que posteriormente se suicidó

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