La década de los años treinta en España fue una época de muchos cambios, que sucedieron a una velocidad vertiginosa. Comenzó con un cambio en el sistema de gobierno, pasando de un régimen monárquico a un sistema republicano, y le siguieron cambios legislativos importantes que afectaban a hombres y mujeres, impulsados por diversos colectivos que querían transformar las relaciones entre la ciudadanía y las instituciones públicas.
La llegada de la II República abrió un abanico de posibilidades a las mujeres, sometidas hasta entonces a la voluntad y al poder masculino. El primer logro fue conseguir que la Constitución republicana reconociera el sufragio universal, admitiendo el derecho de voto para hombres y, por primera vez en la historia del país, también para las mujeres. El hecho de que las mujeres pudiesen votar fue algo innovador y de importante calado, pero no fue fácil conseguirlo, tuvo antes que recorrer un camino complejo, lleno de enfrentamientos y polémicas, y soportar un intenso debate en las cortes republicanas.
El 1 de octubre de 1931, no sólo los diputados de la derecha se opusieron al voto femenino, representando a la mujer como un ser histérico y manipulable. También muchos diputados de los partidos de izquierda mostraron su oposición, ya que pensaban que las mujeres estaban muy influenciadas por la iglesia católica y emitirían un voto conservador. Incluso entre las diputadas había diferencias por este motivo, bien conocido es el enfrentamiento que hubo entre Victoria Kent, del partido radical socialista, que se oponía, y Clara Campoamor, del partido radical, que fue una clara defensora del derecho de voto de la mujer.
Mujeres a las puertas del Congreso, pidiendo su firma de conformidad a los diputados
La primera vez que las mujeres pudieron votar en España fue en 1933, en las elecciones municipales que se celebraron en algunos pueblos, el 23 de abril. En las generales del 18 de noviembre, al ganar las derechas, se ha especulado mucho sobre el voto femenino, algunos partidos de izquierda culparon a las mujeres de su victoria. Esta teoría no tiene mucho fundamento, tres años después, en febrero de 1936, con un censo similar, la victoria recayó en el Frente Popular.
La nueva legislación republicana trajo consigo una serie de mejoras para las mujeres, aunque pese que se las equiparaba legalmente a los hombres, en algunos puntos nunca se llegó a conseguir la igualdad real. Se consiguieron avances, como la supresión del código penal de prácticas que hasta entonces habían sido delito, como el adulterio, el reconocimiento de los hijos nacidos fuera del matrimonio, etc.
Portada Revista Estampa 8 julio 1933
En el año 1932 se establece la Ley del Divorcio, pero no hubo un número demasiado elevado que la utilizaran, generalmente fueron las personas que ya vivían separadas las que lo hicieron, aprovechando que la ley les permitía regular su situación.
En el campo laboral, y sobre el papel, también se consiguieron una serie de mejoras como el hecho de que no podían ser despedidas del trabajo si contraían matrimonio, y se estableció la igualdad salarial para un mismo trabajo, pero esto nunca se cumplió, ya que se siguió produciendo la discriminación en el salario de la mujer.
Trabajadoras textiles en Catalunya
Se intentaron llevar a término políticas de control de la natalidad, por este motivo la Generalitat de Catalunya promulgó la Ley del aborto en diciembre de 1936, contando con el soporte del movimiento para la emancipación de la mujer y de algunas mujeres anarquistas y socialistas. Esta ley suponía un gran avance, ya que se proponía acabar con las prácticas abortivas clandestinas y legalizar la interrupción del embarazo en hospitales dependientes de los servicios sanitarios de la Generalitat, con más seguridad y con las medidas higiénicas necesarias para no correr ningún tipo de riesgo. De todas formas, en el período en que el aborto estuvo vigente, el número de abortos legales no fue demasiado alto. Ya fuese por miedo o por la moralidad que imperaba, muchas mujeres siguieron recurriendo a los abortos clandestinos.
Aprovechando las oportunidades que el nuevo marco legal permitía, hubo una apuesta decidida por la cultura y la educación, especialmente por parte de las mujeres convencidas de su capacidad emancipadora. A principios de los años 30 la tasa de analfabetismo entre la población femenina era muy elevada, hacer extensiva la escolarización a toda la infancia era una necesidad prioritaria. Era urgente crear nuevas escuelas y servicios para que todos los niños y niñas tuvieran acceso a la educación. Por otra parte, antes de la proclamación de la II República las escuelas estaban separadas entre niños y niñas, con programas educativos diferentes para unos y otras. El nuevo gobierno apostó por la escuela mixta y la coeducación.
Con el estallido de la Guerra Civil y la llegada de la dictadura, todas estas reformas republicanas fueron interrumpidas y dejadas en el olvido. Tuvieron que pasar muchos años para que algunas de ellas se volvieran a implantar. En medio, un largo período de oscuridad y retroceso de los derechos de las mujeres.
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