Con motivo del 28 de junio, día del orgullo LGBT, he hecho una pequeña recopilación de poesías escritas por mujeres y en las que hablan de su amor o desamor hacia otras mujeres. No siempre lo hacen de manera clara, puesto que a lo largo de la historia el amor entre mujeres ha sido rechazado por la sociedad y han tenido que vivir sus historias a escondidas.
CRISTINA PERI ROSSI (1941)
La mojo con un verso
y ella, húmeda de mí,
rencorosa, me da la espalda.
Le digo que prefiero las palabras,
entonces se burla de ellas con gestos obscenos.
La persigo por el cuarto
empujándola con una letra aguda y afilada,
ella se defiende con una cancioncilla mordaz.
Cuando damos el combate por finalizado,
tiene el cuerpo lleno de palabras
que sangran por el cuarto
y así, desnuda y herida,
con el cuerpo lleno de señales
le tomo una fotografía.
Un día seré un escultor famoso,
y ella posará para mí,
muerta de palabras,
llena de letras como despojos.
GLORIA FUERTES (1917-1998)
Lo que me enerva
Lo que me enerva es,
saber que estás de paso,
y aun así,
no acariciar bastante
atardeceres cuerpos,
risas,
manos,
muslos,
senos,
hombros,
brazos.
Y no acariciar bastante
la vida en vano
ADRIENNE RICH (1929-2012)
Poema Flotante
Pase lo que pase entre nosotras, tu cuerpo
va a atormentar el mío- tu modo tierno,
delicado de hacer el amor, como la apenas curvada fronda
del helecho en los bosques
recién bañados por el sol. Tus experimentados, generosos muslos
entre los cuales mi cara entera avanzó y avanzó-
la inocencia y sabiduría del lugar que mi lengua encontró ahí-
la viva, insaciable danza de tus pezones en mi boca,
tu caricia firme, protectora, encontrándome,
tu fuerte lengua y esbeltos dedos
llegando a donde te estuve esperando por años
en mi húmeda cueva rosada- pase lo que pase, esto es.
Esta cosa por la cuál suspiro?
Quizás no tenga sentido
Encontrarle un nombre terrenal.
No sé qué puede aliviar mi pasado,
Ni cómo llamar a eso que deseo;
La pasión de mis sentimientos
Ruge como un tigre encadenado.
vivo en puro temblor de que me dejes,
y te pregunto, pálida, a cada hora:
¿estás conmigo aún? ¡ay, no te alejes!
quisiera hacer las marchas sonriendo
y confiando ahora que has venido;
pero hasta en el dormir estoy temiendo
y pregunto entre sueños: «¿no te has ido?
para construir mi casa como un refugio
donde siembro
en tu cuerpo
una cosecha infinita
donde la roca más común
es piedra de la luna y ópalo ébano
que da leche a todos mis deseos
y tu noche cae sobre mí
como una lluvia que nutre.
nuca
¿te chupo suavemente
hasta hundir
el diente aquí?
¿Estoy tocándote acaso?
Cuando digo pezón
¿la mano roza
las dilatadas rosas de los pechos tuyos?
¿te toco acaso?
¿Toca, lengua, la comisura
de mis labios y aprisiona
en la vasta cavidad el cuerpo
que desea ser tocado y ceñido
por tu lengua cuando nombra
mi boca la palabra lengua, acaso?
No me mandes al rincón
No hagás de mí el testigo
que se mira con palabras
Es la mano nombrada
no el nombre
quien desea aprisionar tus nalgas
-Hábleme
-¿Cómo será?
-¿Qué?
-Tu voz
¿fuego oculto en la madera
del fuego que se expande?
¿Así será?
El cuerpo de tu voz
en el instante en que
no me mandes al rincón
fluye miel de las granadas
No quiero
tocar un fantasma
ni quiero
la fantasía cortés
del trovador a su dama
Es a vos, mi amada
áspero cuerpo de la amiga a quien deseo
ROSA MARÍA ROFFIEL (1945)
Me gustan las mujeres esdrújulas
sin mítica
con tónica.
las que aman con las vísceras
las células
las glándulas
las rítmicas
intrépidas
impúdicas
las pérfidas
ingrávidas
poéticas
las mágicas
las lésbicas
lunáticas
Me gustas tú, Andrómeda
erótica
magnífica
política
MUJERICA.
MARIA MERCÈ MARÇAL (1952-1998)
como una mano abierta, como un reclamo agudo
y tierno que me llama desde un árbol desnudo,
como un pez que ha olvidado que existen los anzuelos.
Como un pez asustado que ha mordido un anzuelo.
Como el daño en los ojos del niño mutilado
en el sueño, en la carne. Como sangre que mana.
Desnuda como sangre.
Te amo cuando te sé desnuda como una espada,
hoja viva y dispuesta, como un rayo que abrasa,
ciego. Como la hierba, como el agua de lluvia.
Como sombra, desnuda tras el espejo helado.
Desnuda como un pecho aferrado a mis labios.
Como el labio entreabierto de un viejo desdentado
encarando la muerte. Como la hora sin armas
y abierta del deshielo.
Primer amor
¡Qué sorpresa tu cuerpo, qué inefable vehemencia!
Ser todo esto tuyo, poder gozar de todo
sin haberlo soñado; sin que nunca
un ligero esperar prometiera la dicha.
Esta dicha de fuego que vacía tu testa,
que te empuja de espaldas,
te derriba a un abismo
que no tiene medida ni fondo.
¡Abismo y sólo abismo
de ti hasta la muerte!
¡Tus brazos!
Son tus brazos los mismos de otros días,
y tiemblan y se cierran en torno de su cuerpo.
Tu pecho, el que suspira, ajeno, estremecido
de cosas que tú ignoras,
de mundos que lo mueven…
¡Oh pecho de tu cuerpo, tan firme y tan sensible
que un vaho lo pone turbio
y un beso le traspasa!
¡Si nunca nadie dijo que así se amaba tanto!
¿Podías tú esperar que ardieran tus cabellos,
que toda cuanta eres cayeras como lumbre
en un grito sin cifra,
desde una cordillera gritada por la aurora?
¿Ceniza tú algún día? ¿Ceniza esta locura
que estrenas con la vida recién brotada al mundo?
¡Tú no te acabas nunca, tú no te apagas nunca!
Aquí tenéis la lumbre, la que lo coge todo
para quemar el cielo subiéndole la tierra.
me gustaría salvarte de todo lo que hiere,
fosilizar tus lagrimas
y cortar el alma
de todo aquel que se atreva a romperte,
pero, amor,
es que eres tan guapa,
hasta cuando te golpea la rabia y no entiendo que pasa;
es que es tan bonito verte levantar,
contemplarte sobrevivir y ver como te rescatas a ti misma; es que el universo
tiene tanto que aprender de tus cicatrices
y de tu forma de sanar los daños
que sería egoísta por mi parte
privarles de tu parte frágil.
Porque,
amor,
la única verdad es que
tienes los ojos mas valientes del mundo
y el mundo es mas valiente cuando te mira a los ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario