En los años anteriores a la pandemia, especialmente en 2018 y 2019, se habló mucho de la llamada huelga feminista convocada para el 8 de marzo. Las voces críticas a la convocatoria procedían no sólo de la derecha conservadora sino también de la izquierda más obrerista, que la consideraba ilegal y poco conveniente. De ahí que los grandes sindicatos se desmarcaran y únicamente accedieran a convocar un paro de unas horas. Históricamente las organizaciones obreras han mirado con recelo las movilizaciones de mujeres porque piensan que la lucha para eliminar las clases sociales es la más importante, y que las luchas feministas la entorpecen.
En este contexto se puede entender el inexplicable y generalizado desconocimiento de las múltiples acciones reivindicativas organizadas por mujeres a lo largo de la historia, sobre todo las que tuvieron lugar a principios del siglo XX. En concreto, la huelga de mujeres que se llevó a cabo en varias ciudades españolas en el invierno del año 1918 ha sido poco estudiada y, en consecuencia, es poco conocida .
El año 1918 comienza en toda Europa muy agitado y tumultuoso. La Primera Guerra Mundial dura ya más de tres años y está dejando arrasado el continente. Millones de obreros han sido movilizados para ir al frente, y millones de mujeres han ocupado sus puestos de trabajo cobrando salarios mucho más bajos. A lo largo de esos duros años, y en todos los países europeos, se multiplicaron las protestas encabezadas por mujeres.
A pesar de que España permaneció neutral en la guerra, el impacto del conflicto armado en la economía española fue terrible. La burguesía mantenía sus fábricas a pleno rendimiento, puesto que la demanda de productos era muy elevada, pero este aumento de trabajo no repercutía de forma positiva en la clase obrera, que percibía unos salarios míseros y soportaba situaciones cercanas a la esclavitud. Por el contrario, la especulación llevó a una subida de precios de alimentos básicos como el pan, el aceite o las patatas, dejando a las familias obreras sumergidas en la pobreza.
A principios de enero de 1918 la Junta de Subsistencias de Barcelona había fijado un precio al carbón que los tenderos no estaban dispuestos a aceptar, lo siguieron vendiendo a precios desorbitados superiores al 33% tasado, convirtiéndolo en un producto de lujo. Había escasez de carbón para la venta en las carbonerías en un invierno que estaba siendo particularmente frío, mientras que desde el puerto de Barcelona salían frecuentemente cargamentos destinados a la exportación. Esto provocó indignación en la población y un profundo malestar contra los comerciantes y el gobierno. El ambiente estaba tenso y sólo se necesitaba una chispa para que se encendiera la mecha de una revuelta incontrolable.
Mujeres haciendo cola delante de una carbonería en Barcelona
Mujeres haciendo cola delante de la panadería La Aurora, Barcelona
En la edición del Diario de Barcelona del 10 de Enero de 1918, en la sección de noticias, se describe como comenzó la manifestación de mujeres:
"Esta mañana, en la calle del Olmo, se fijó un pasquín invitando al vecindario a ir en manifestación a las residencias de las autoridades para protestar del encarecimiento de subsistencias.
Formose en dicha calle un grupo numeroso de mujeres, y en pocos minutos quedó organizada la manifestación, formada exclusivamente de mujeres, que se dirigieron gritando, por las calles de Cirés, Conde del asalto y Ramblas, hacia el Gobierno civil. Durante el trayecto uniéronse a la manifestación otras muchas mujeres que se hallaban en las puertas de las carbonerías donde los carboneros se negaban a expender el carbón a precio de tasa".
"La manifestación, cuando pasaba por los Paseos de Colón y Aduana, formábanla unas 400 mujeres. Detuviéronse éstas frente a la jefatura superior de policía, dando gritos de ¡mueran los ladrones y los acaparadores! Después dirigiéronse al Gobierno civil, subiendo al despecho del señor Auñón una comísión de las manifestantes que fue inmediatamente recibida. Una de las comisionadas manifestó al señor Gobernador que las clases humildes no pueden ya soportar la carestía de los víveres y que, a consecuencia de esto, en muchas casas ya no se podía comer".
La comisión de cinco mujeres que surgió de esta manifestación estaba liderada por Amalia Alegre, afín al Partido Republicano Federal y claramente partidaria de la vía pacífica y negociadora para solucionar los problemas a los que se enfrentaban. Aquella misma tarde del 10 de enero se reunieron con el gobernador civil Ramón Auñón, marqués de Pilares, al que trasladaron sus quejas y peticiones, recibiendo de él promesas que les parecieron razonables. Ignoraban, o no quisieron tener en cuenta, que este personaje tenía tras de sí una larga historia de gestiones nefastas, la peor de todas como ministro de Marina durante el desastre de Cuba de 1998, cuando envió a la muerte a miles de jóvenes soldados españoles porque la rendición le parecía deshonrosa.
Animadas por la negociación, se dirigieron al Ayuntamiento para reunirse también con el alcalde de la ciudad, Manuel Morales, del partido Republicano Federal. Al igual que el gobernador, el presidente de la corporación municipal les dio falsas esperanzas de que el problema estaba en vías de solución. La realidad era que ese mismo día habían llegado 40 denuncias contra dueños de carbonería que fijaban precios abusivos, y al día siguiente los carboneros siguieron sin cumplir los precios acordados, muchos incluso prefirieron cerrar las carbonerías. Y las mujeres tuvieron que volver a salir a la calle muy enfadadas, comenzaba una protesta que duraría hasta el 26 de enero, cuando el gobierno declaró el estado de guerra.
Sigue en:
No hay comentarios:
Publicar un comentario