Entrando en la segunda quincena del mes de enero del año 1918, el conflicto de las subsistencias se radicaliza. Ya hay mujeres detenidas, algunas heridas, y a esas alturas nadie considera inofensivas a las mujeres que protestan. Los tumultos se han extendido a otras ciudades españolas, como Valencia, Málaga y Salamanca donde las mujeres se han levantado en protesta por las malas condiciones de vida. En Málaga mueren dos mujeres en los enfrentamientos con la policía. Por otra parte, el gobierno ha cambiado, el rey ha destituido a Eduardo Dato y en su lugar ha nombrado al Marqués de Alhucemas para el cargo de jefe de gobierno. Es un hombre de poco carácter, incapaz de imponerse a las compañías ferroviarias que tienen paralizados gran cantidad de vagones cargados con productos de primera necesidad. Aunque decide legislar sobre las subsistencias, sus disposiciones no son obedecidas.
El 15 de enero Barcelona amanece con las tropas acuarteladas y la guardia civil patrullando las calles en servicio extraordinario de vigilancia. La tensión se siente en las calles. En las barriadas obreras, grupos de mujeres comentan lo ocurrido el día anterior en el Gobierno Civil. Multitud de fábricas y talleres deciden no abrir sus puertas, los comercios van bajando persianas al paso de piquetes de mujeres que consiguen la adhesión de las dependientas, el paro es masivo. Las huelguistas suben a los tranvías y hacen bajar a las viajeras para que se unan a las manifestaciones, a veces se toman la justicia por su mano, volcando carros de carbón y bacalao y entrando en algunos comercios. Una mayoría de tenderos mantiene sus establecimientos cerrados por miedo a ser robados, algunos se defienden a tiros ante los intentos de asalto. En los mercados la Guardia Civil vigila que se mantenga el orden y se respete el precio de tasa, principalmente en la Boquería, que es el que más utiliza la burguesía. El caos es total.
Los días siguientes siguen las protestas de las mujeres. Amalia Alegre pasa a un segundo plano, obligada por las acusaciones de traición que recibe. Su lugar en el liderazgo lo ocupan militantes anarquistas que defienden acciones más radicales. El número de trabajadoras que secundan la huelga va aumentando día a día. Paralelamente, la represión se va haciendo más dura.